Siempre me he preguntado por qué los colombianos no sentimos el mismo fervor patriótico que otros pueblos en las fechas como el 20 de julio o el 7 de Agosto. De mi infancia recuerdo que el entusiasmo por banderas era mayor, pero ello se ha ido diluyendo en el tiempo. Vine a sentir más el país estando en el extranjero y reuniéndome con colombianos en dichas fechas. Tal vez ello se deba a que la construcción de la nacionalidad colombiana siempre ha sido precaria, pues se limita a los propósitos de un gobierno capitalino que en poco recoge nuestras angustias.
La verdad es que el entorno político no ayuda, cuando observamos lo sucedido en la instalación de las nuevas sesiones del Congreso. Saludable que lleguen a las mesas directivas parlamentarios que estén dispuestos a respetar a los partidos que no están en el gobierno. El oscuro Senador Macías, representante del Centro Democrático, demostró que salió del anonimato para caer luego en el desprestigio. Se dedicó todo el año a sabotear a los partidos de oposición, torpedeó el debate de la JEP , y cerró su dirección del Senado con la inauguración de una placa adulatoria al ex presidente Uribe, burlándose de la oposición con su “jugadita”, para que el senador Robledo no fuese escuchado como en efecto sucedió. Así los derechos de la oposición quedaron pisoteados. Después desde el gobierno lloriquea por qué hay polarización. Escuché con paciencia el discurso presidencial, lleno de promesas y muy pocas realizaciones, donde le da a uno la impresión que este gobierno todavía no arranca y sigue con discursos llenos de propósitos. No es que no cacaree sus éxitos. Es que tiene muy poco que mostrar. La economía sigue con bajo crecimiento, el desempleo crece, la inseguridad se toma campos y ciudades, el déficit en balanza de pagos sigue elevado, y los problemas fiscales se piensan cubrir con unas privatizaciones desaforadas de dudosa ingeniería financiera y fiscal. Se ha recortado el presupuesto de la JEP para el 2020 y las críticas de la ONU al manejo del proceso de paz se han hecho sentir. La matanza de líderes sociales sigue en ascenso, e igual sucede con los militantes del nuevo partido FARC. Asombra también que quieran meter al país en la tarea de resolverle el problema penal al convicto Andrés F. Arias, traído en secreto, sin la foto respectiva ni el video, para no dañarle la imagen al futuro candidato del Uribismo. Para él nada de Picota, sólo una cómoda habitación que nadie ha visto, con privilegios sin duda. Es el consentido “Einstein-Mandela” que ha retornado al país a salvarnos del castrochavismo, aunque en USA la justicia nunca le creyó el cuento de perseguido político. Toca ahora reformar la ley penal para que haya para él segunda instancia con retroactividad, así con ello abrume a la Corte Suprema con 280 procesos ya fallados de paramilitares y corruptos. Los cínicos abogados Uribistas reconocen que el 80% de los procesos serán ratificados. Tienen la esperanza que el de este personaje salga incólume. Igualmente, la Corte Constitucional sale con su fallo tímido que le abre las puertas al Gobierno para envenenar nuestros campos con glifosato, en una estrategia ya fallida contra las drogas. En un país así, ¿cómo se puede uno sentir patriótico y entusiasmado? Un bicentenario agridulce sin duda.
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