Es indudable que todos los colombianos queremos la paz. La mayoría de nosotros hemos sido víctimas de manera directa o indirecta del conflicto armado, de la delincuencia que este ha generado no sólo en las zonas rurales sino también urbanas.
Algunos hemos salido corriendo fruto de amenazas o atentados, unos hemos tenido la fortuna de poder regresar, otros han tenido que permanecer en el exilio y a pesar de que algunos hemos podido hacer vida en Colombia, las familias se han dividido, han sido rotas, como es mi caso propio, en donde mi hermano no quiso regresar al país primero por la violencia, luego por miedo, y después por costumbre y vive desde hace muchísimos años en España.
Por esto es claro que todos queremos la paz, nadie quiere que se siga repitiendo la historia, sin embargo, no la queremos a cualquier precio.
Estamos y entramos otra vez en el debate que tuvimos con el proceso con las FARC y es hasta qué punto estamos dispuestos a llegar. Aunque muchos de ustedes digan que todo vale por la paz, eso no es cierto y hemos visto los ejemplos.
Se habla de garantes de un proceso de paz y no la de garantes de los grupos guerrilleros y terroristas, pero por lo menos yo espero que realmente la participación de Cuba y Venezuela sea así, el problema es que lo dudo porque estos países siempre han estado del lado de los grupos guerrilleros, los han cobijado y los han protegido durante años, entonces si ellos los quieren poner como garantes propios, son bienvenidos, pero el Gobierno no debería aceptar esos países como garantes de todos los colombianos.
Para garantizar una representación justa de todos nosotros podemos aceptar algunos garantes neutros como Noruega, Suecia, Suiza e incluso países como Argentina o México, que, aunque tengan en estos momentos un gobierno de izquierda, muchos no sentiríamos tranquilos con esa mediación, ya que nunca han mostrado abiertamente un apoyo a la guerrilla.
Si se quiere que realmente muchos creamos en ese proceso de paz y no se repita la historia, como cuando votamos por el NO con las FARC, necesitamos que garanticen neutralidad en el proceso, por esto también las conversaciones no se deberían dar en Cuba ni en Venezuela, porque uno no negocia en la casa del enemigo ni lo pone de veedor. Si entran otros países garantes, se podría pensar en hacer alguno de ellos la sede de las conversaciones.
Asimismo, la negociación debe dejar claro, que así sea solo impuesta una pena dentro de la justicia transicional, esta debe cumplirse antes de poder participar en política. Por favor, decir la verdad, pedir perdón y pagar el castigo, luego de tantos años de violencia y conflicto, son solicitudes justas para conseguir la reconciliación de un país que debe comenzar a cicatrizar, que ya es hora de que deje de sangrar.
Queremos una paz duradera, que se fortalezca con el tiempo y para ello es necesario que desde la negociación se hagan las cosas bien. Todos queremos la paz, pero no a cualquier precio.