Por estos días en los que se habla y reflexiona sobre la resurrección de Jesucristo, vale la pena preguntarse qué ideas y cosas que estén llegando a su fin o personas que ya no están vivas, valdría la pena conservar o revivir.
Por lo menos para mí, reviviría las clases de historia con una mirada objetiva en los colegios, para que los jóvenes conocieran el pasado como es, en especial enseñaría a no confundir con rebeldes a personas que lideraron organizaciones terroristas, guerrilleras, sin importar en donde estén atrincherados hoy en día.
Me gustaría que revivieran los tiempos en los cuales el odio visceral hacia personajes públicos no se trasladaba a todo su entorno familiar, laboral, privado y se mantenían las perspectivas y expectativas en su verdadera dimensión. Sería bueno que los ataques fueran directos, más frenteros y no se escondieran en usuarios anónimos a través de redes sociales.
Que revivieran las comidas en familia alejadas de los celulares, tabletas y hasta televisores alrededor, solo llenas de conversaciones amenas entre los comensales.
Que revivieran las composiciones musicales llenas de verdadera música y lírica, y no tanto ruido que existe hoy en donde priman letras sin contenido y el mismo “ritmo” que evita la variedad y desmejora la calidad de las canciones.
Ojalá revivieran o salieran más escritores como Ricardo Silva o Juan Esteban Constain, que liderarán las ventas con sus novelas y ensayos, en vez de libros de autoayuda o dietas.
Hay eras como los 80´s y 90´s que no es necesario que revivan, porque ya las series audiovisuales y los hipsters han logrado revivirlas, no obstante sería interesante que en cuestión de moda reviviera la elegancia de otros tiempos.
En el caso de las personas es inevitable pensar en revivir a aquellos que se fueron demasiado pronto e hicieron mucho, como científicos, músicos y líderes sociales, entre otros, aunque también entiendo que a veces su importancia aumentó con su muerte.
Así mismo, es difícil no pensar en resucitar a quienes quisimos con el alma, no obstante su muerte haya sido inevitable y haga parte del ciclo normal de la vida.
Conservo e intentaré replicar el romanticismo de otros tiempos, que cada palabra dulce para la persona que se ama no se muera en la simplicidad de un “te amo”. Revivir el cortejo romántico con sinnúmero de detalles, desde regalar una flor hasta dedicar una canción.
Reviviría la poesía para que continúe existiendo como un uso extraordinario del lenguaje, pero no solo para expresar los sentimientos sino que sea usada también para dar un trato respetuoso entre todos.
Hoy en día la cordialidad es vista como una debilidad, cuando es el mejor camino para comunicarnos, así que definitivamente revivo un trato humano con valores, donde los debates sin groserías sean más populares que aquellos que son vistos solo por el uso de violencia y gritos. Me gustaría rescatar de aquellos tiempos la elegancia y la elocuencia que prevalecía.