
Junior está inmerso en el remate de los calendarios de Liga, Sudamericana y Copa. En la primera ya confirmó su clasificación, en la ‘Suda’ está segundo con los dos partidos finales del Grupo H en casa, y en la Copa está arriba de Santa Fe al ganar el partido de ida.
Son 14 partidos en cincuenta días de los cuales ya jugó diez con cinco victorias, tres empates y dos derrotas y rendimiento del 60%. La producción es buena. Ya consiguió un objetivo, le restan dos.
Ha tenido partidos que dejaron al Juniorismo satisfecho (3-0 a Fluminense, 3-1 a Oriente Petrolero y 4-0 a Envigado). Otros han dejado un sabor agridulce (1-1 ante Unión de Santa Fe y 1-1 ante Unión Magdalena, que finalmente fue 3-0 en el escritorio).
Lo que no tiene presentación y que dejó ese sabor amargo de la decepción fue el partido que acaba de perder 1-0 con Cortuluá como visitante.
Un equipo grande como Junior no puede dar esa clase de espectáculo tan deprimente. Y no es que haya perdido, porque finalmente puede pasar, sino jugar tan mal y desorientado. Recibió un gol al minuto 20, y después corrió sin norte, sin son ni ton, detrás de un balón que nunca le perteneció.
Con todo respeto por Cortuluá, Junior debió ganar sin problemas. La nómina alterna que envió a la cancha Cruz Real es mejor que diez o doce equipos de la Liga, Cortuluá venía de perder seis partidos consecutivos, cambió al técnico chileno Manuel Suárez por Fernando Velasco que estaba retirado. Su último equipo fue Cúcuta en el 2017. No trabajaba desde hacía cinco años y aceptó dirigir al Cortuluá, provisionalmente, en los dos últimos partidos del calendario.
El jugar como visitante es la tarea pendiente de Cruz Real y del plantel. Es una responsabilidad de dos vías. Cruz Real pone su nómina y los jugadores son los que hacen el trabajo dentro del terreno de juego.
La pregunta es por qué Junior cambia tanto al jugar como visitante. De 14 partidos, en los tres torneos donde participa, ha perdido ocho. Que la altura, que la gramilla, que al árbitro, que el VAR, son las mismas disculpas de siempre sin que se pueda mejorar el rendimiento por fuera de casa. En Liga ocupa el puesto 15 en la tabla de visitantes.
Junior ha ganado estrellas haciendo el mismo calendario, jugando en Bogotá, Tunja, Pasto o en ciudades un poco más bajas en altitud como Manizales, Pereira o Medellín.
Y en últimas, si es un tema real, no podemos pasarnos la vida doliéndonos del mismo mal sin hacer lo posible por solucionarlo, pues es posible que el último juego, en una definición por el título, se juegue en una ciudad de altura.
Póngale todas las disculpas que quiera ponerle a las derrotas como visitante. Pero de verdad que es lacerante caer tan mal ante Cortuluá, un equipo de discretísima campaña. Algo impresentable, sin duda…
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