Mucho va de los equipos de fútbol de antes que solían tener 22 o 23 jugadores, que jugaban con una titular estable y cuyos partidos eran cada ocho días.
Hoy, los equipos juegan la Liga, la Copa, la Superliga, la Libertadores y Suramericana. Se inscriben 35 jugadores y partidos cada tres días.
En medio de las horas de “descanso” hay que entrenar, recuperar, concentrar y viajar. Todo ha cambiado.
Los exámenes previos a los partidos detectan en los jugadores sus signos vitales a través de los chalecos con que juegan y entrenan por debajo de la camiseta.
Exámenes que obligan a los técnicos y médicos a parar a jugadores para que descansen cuando están al borde de una fatiga muscular, por ejemplo.
Antes, jugaban los mismos en una nómina titular porque la exigencia era jugar cuatro partidos por mes: dos en casa y dos por fuera.
Esto para señalar que la idea de Arturo Reyes de jugar con “el segundo equipo” ante Fortaleza la tomó porque, desde el comienzo el propósito es tener dos equipos para enfrentar la mano de partidos durante el semestre.
Que Reyes se equivocó es una conclusión apresurada. El técnico viene montando ese segundo equipo, los jugadores que lo integraron el domingo vienen trabajando en ello, esos mismos jugadores suplentes han entrado en los partidos anteriores para reemplazar titulares y lo hicieron bien. El problema surgió cuando se juntaron todos para medirse a Fortaleza.
El técnico pone alineación e idea futbolística porque se vio bien en los entrenamientos, escogió esos jugadores por la misma circunstancia. A los nueve minutos ya se perdía con un autogol. Después no salió nada.
Que Reyes propuso y no salió, es cierto. Que los jugadores se vieron abúlicos, perdidos y sin ideas ante un equipo chico que los pudo haber goleado, también es cierto…