No uso las redes más que para informar, pero esta vez hice el experimento de opinar con mordacidad sobre cada publicación que le mostraba al gobierno nacional ser responsable de que se le hubiera quitado la sede de los Juegos Panamericanos a Colombia. Cada miembro y exmiembros del gobierno nacional se fueron superando en declaraciones desacertadas.

La más equivocada ha sido Maria Isabel Urrutia.

Triste, eso. Y más triste por la manera como salió del ministerio, declarada insubsistente y con denuncias en la Fiscalía General de la Nación por enredos con procesos de contratación.

La declaración de que “el presidente me dijo que los Panamericanos no eran importantes porque se jugarían cuando ellos no estuvieran” es de una mezquindad sin límites.

Y eso que “los juegos deberían ser aprobados por la próxima administración” es una confesión extraña porque “la próxima administración“ será el presidente que elegiremos en el 2026, un año antes de los juegos.

Lo único claro y obvio es que trataron de hacerle daño a Barranquilla y se lo terminaron haciendo al país.

Pero no hemos visto nada diferente al manejo que el actual gobierno nacional ha dado a la economía, al agro, a la empresa privada o al sistema de salud. Ahora golpea a las empresas turísticas, hoteleras, restaurantes, transporte, construcción y a la promoción del país como destino turístico y deportivo.

Miren que, un tema deportivo, ha servido para que el país tenga una real semblanza de lo que está pasando con el manejo del estado. Nada halagador, todo confuso, con incompetentes que están empeñados en que se sepa que, sí, que son incompetentes sin remedio…