Hay algo que es evidente en Junior. Con Comesaña quedamos mal acostumbrados. El equipo jugaba bien (en el desarrollo del fútbol), agradable a la vista (jugar bonito, que le llaman), disputó finales y ganó títulos y copas. Era un Junior garantizado.

El de hoy, en la suma de puntos es posible que vaya bien. En lo demás, no. Teniendo el equipazo (jugadores) que tiene, Junior no puede ser un equipo sin idea concreta a ejecutar, correlón sin freno por las bandas y totalmente predecible. La táctica y la estrategia es más que simple, repetitiva y obvia. Recuperar la pelota y pasarla a las bandas, el ‘carrerón’ y el centro elevado a la olla, a ver qué sale.

El fútbol del Junior es exactamente igual siempre. El balón no pasa por el centro, donde bien podrían encontrarse Teófilo y Sambueza, que son generadores de fútbol. Siempre he pensado que Sambueza puede ser un volante 10. O Ángel y Rodríguez sacando al equipo del fondo para encontrarse con ellos dos.

La generación en el medio, con jugadores dúctiles, está en el ADN de la historia del Junior y en el ADN del corazón y en el gusto de los hinchas.

El Junior de hoy es un equipo atropellado, que corre como única arma de ataque, sin manejar los tiempos y las pausas del juego. Que suma, sí. Que agrada, no.

Aunque eso de que suma lleva agregadas cortas historias. Cuando enfrentó al Medellín, este trajo un equipo de reservas. Con Caldas comenzó perdiendo con equipo joven y técnico nuevo. Con América fue salvado por el golazo de Viera. Con Equidad lució muy pobre, aunque para Amaranto la responsable fue la cancha de Zipaquirá. Con Alianza, equipo supremamente joven y técnico nuevo, padeció hasta el minuto 15 del segundo tiempo. Y con Envigado, equipo joven también, comenzó perdiendo, se montó en el marcador y no pudo mantener el resultado.

Para qué engañarnos. Junior ha ganado 13 de 18 puntos por la gestión individual de sus jugadores. Porque son de nivel. No hay gestión de equipo. Como dije en otra columna, cada jugador pone su talento individual y lo une al talento del otro compañero y así van concatenando talentos individuales (por encima de la media en rendimiento) y consiguen triunfos, aunque comiencen perdiendo. Es la realidad vista.

Es posible que los números respalden a Amaranto y que la alegría de ganar partidos (así sea en extremis) le haga sentirse seguro. Lo que hay que recordarle es que en Junior ganar partidos es anecdótico. Ganar títulos es histórico y él ya se ha ido en blanco en Liga, Copa, Libertadores y Sudamericana.

De verdad que no podemos seguir viendo a una gran y costosa nómina jugando al... ¡sálvese quien pueda!