Colombia y el manejo de la pandemia
Se ha dicho que las farmacéuticas que venden la vacuna han impuesto estrictas cláusulas de confidencialidad a los gobiernos.
Hasta el lunes se habían vacunado en el mundo más de 40 millones de personas, siendo Israel y Emiratos Árabes los países que más han inmunizado por cada 100 habitantes. En ese ranking, obviamente, no figura Colombia. Aparecen sí México, Costa Rica, Chile y Argentina, aunque lejos de los mencionados países y de Estados Unidos, Reino Unido y Dinamarca, entre otros.
Como era de esperarse, por el lujo de país eficiente que tenemos, Colombia no ha iniciado la vacunación. ¿Por qué siempre registramos mediocres resultados en los sucesos importantes? En las grandes competiciones deportivas brillan algunas individualidades. Pero el desempeño colectivo nunca nos alcanza para situarnos en el podio de los mejores. Dependemos de unos cuantos deportistas excepcionales e inspirados. Igual acontece cuando asistimos a torneos donde se miden habilidades en matemáticas y lectura crítica.
Colombia tiene, dicen, un maravilloso plan de vacunación, pero lo contundentemente concreto es que la inyección contra el virus no se le ha puesto al primer compatriota. Entre tanto, se incrementan los contagios y muertes y las ucis vuelven a repletarse. Y hay alcaldes enloquecidos echando mano, de nuevo, de las medidas restrictivas. ¡Qué locura!
En medio de esto, el senador Jorge Robledo tuvo que colocar una tutela al ministro de salud, Fernando Ruiz, para que soltara la información sobre el sospechoso proceso de las vacunas. Este recurso de amparo se ha interpuesto para que el más alto funcionario a cargo de la salud pública entregue información sobre una cuestión de interés nacional relacionada con la vida de todos los colombianos.
Se ha dicho que las farmacéuticas que venden la vacuna han impuesto estrictas cláusulas de confidencialidad a los gobiernos. Y el gobierno colombiano amparado en eso se ha negado a informar a los colombianos sobre aspectos esenciales como el precio de las vacunas y las fechas de llegada de las mismas y de inicio de sus aplicaciones.
El gobierno nacional nos dice que debe respetarse la confidencialidad, pero las exigencias de transparencia es porque las vacunas se están comprando con la plata de los colombianos. No con la chequera personal del presidente de la República y del ministro de Salud.
El contralor general ha solicitado acatamiento a la tal confidencialidad, pero hay una realidad tajante que explica la desconfianza en este intrincado proceso de las vacunas. Según Transparencia Internacional, este es un país con una generalizada percepción de corrupción en el sector público. Hacemos parte de la lamentable legión de países con signos de estancamiento o retroceso en sus esfuerzos anticorrupción. Y eso empeoró en la pandemia con los escándalos contractuales de las ayudas alimentarias. Lo que el país necesita, entonces, es transparencia pues la confidencialidad para mucha gente suena a oscuridad.
@HoracioBrieva
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