Según la encuesta de Datexco de junio el mejor alcalde de Colombia es el de Medellín: el joven Daniel Quintero. Con 84% de favorabilidad y 12% de desfavorabilidad destronó a Claudia López del primer lugar.
Jaime Pumarejo obtuvo 48% de favorabilidad y 44%de desfavorabilidad. Es un bajón respecto a su campaña y a Alejandro Char, quien siempre cabalgó como el mandatario más sobresaliente con porcentajes imbatibles que nunca bajaron del 90%. Sin embargo, como dicen los analistas de fútbol, el partido aún está joven.
Pumarejo tiene tiempo de mejorar. Aunque también podría empeorar, lo que sería grave para la ciudad y fatal para el proyecto político que representa. La factura, presiento, tiene varias razones. El cambiante pico y cédula. La insuficiencia de los mercados repartidos. La imprudente convocatoria de entrega de ayudas en los alrededores del Estadio Metropolitano.
El retraso en las pruebas y los cercos epidemiológicos. Y una declaración radial donde calificó a unas personas de “charlatanes de barrio que nunca han hecho un carajo en su vida”, a quienes, de paso, les dijo que deberían estar agradecidas de las grandes obras de los últimos años. Obras ciertamente esenciales, pero que se hicieron con dinero público. No con los dadivosos bolsillos de los alcaldes. Pumarejo es un juvenil dirigente de 39 años a quien, tal vez por su temperamento, se le percibe poco dialogante.
Por eso destaco el magnífico gesto que tuvo el viernes pasado de participar en una extensa reunión virtual con periodistas de la ciudad, convocada por la gobernadora Elsa Noguera, para que mandatarios y medios de comunicación unifiquen mensajes en la lucha contra la pandemia. Además, al alcalde le serviría mucho, cada vez que sea necesario, escuchar a gente experimentada que podría ayudarle a tomar mejores decisiones. Y de su equipo lo esperable es que sea gente de claro criterio y firme carácter.
Otra positiva señal de Pumarejo que aplaudo es el interés que ha empezado a mostrar por la cultura ciudadana, cuya carencia ha sido terriblemente palpable en esta pandemia. Para ello ha propiciado una alianza con el BID y la Universidad del Norte. Pero, no debería ignorar a quienes en la ciudad también tienen conocimiento y experiencia en el tema. Pediría que no dejen de lado dos temas claves: localidades y presupuesto participativo. Barranquilla tiene que progresar en participación ciudadana.
Ya hay una política pública al respecto que requiere actualización y adopción vía Acuerdo en el Concejo. Las JAL y los alcaldes locales no pueden seguir siendo autoridades de papel que solo existen en la nómina distrital. Hay que pasar del modelo de concentración del poder en la administración central a una ciudad descentralizada. Y hay que democratizar la fabricación del presupuesto público. Eso implica un cambio radical en la gobernanza. ¡Atrévase, alcalde!
@HoracioBrieva