En Colombia hoy tenemos dos caudillos. Digamos que uno de derecha y otro de izquierda. En Álvaro Uribe hay que reconocer, aunque estemos en desacuerdo con sus ideas políticas, sus métodos y su personalidad, que ha logrado estructurar un disciplinado y aguerrido partido de enorme respaldo electoral, el cual le ha permitido una significativa bancada en el Congreso y ganar el plebiscito de octubre de 2016 y la última contienda presidencial.

Gustavo Petro, en cambio, todavía no ha ganado nada. Y está por verse hasta donde llegará – bajo su conducción – la Colombia Humana. En un año, salvo la fracasada gestión de la personería jurídica de su movimiento, a Petro no se le ha visto interés en organizar sus ‘tropas’ en el país. Por el contrario, de cara a las elecciones de octubre, ha enviado señales incomprensibles. Pese a esto, a muchos petristas no les agrada que critiquen a su líder. Por ejemplo, por mi columna pasada, titulada ‘El desacertado juego de los alternativos’, Manuel Espinosa me tildó de ‘charista’. Tiene razón: yo de charista tengo lo que Manuel de noruego.

He aquí las señales incomprensibles de Petro. A Alejandro Gaviria le sugirió ser aspirante a la Alcaldía de Bogotá, pero no precisó en qué afinidad ideológica y política se basaba. Para hablar solo de un tema, Petro es partidario de eliminar las EPS, mientras que Gaviria ha dicho que eso sería “catastrófico”. Pero, a Hollman Morris, que sí es de sus entrañas, casi le recomendó que dejara la precandidatura a raíz del escándalo de la exesposa. Sin embargo, a Morris no se le vio pidiéndole a Petro que abandonara el Senado por el video de los fajos de billetes.

En Cartagena, hay molestias en la Colombia Humana porque Petro ha postulado a Adelina Covo a la Alcaldía. Nadie está diciendo que Adelina no tenga las capacidades para el cargo; los reparos son porque el caudillo pretende imponer la candidatura desde Twitter.

En Barranquilla, se ha dicho que Petro le insinuó a Alfredo Varela la candidatura a la Alcaldía, a sugerencia de Adelina.

En Petro no se percibe algo que sí es notorio en Uribe. Este se la juega con su gente y sabe tramitar los anhelos electorales de sus líderes. Ejemplo de ello es el presidente Iván Duque: su candidatura, casi partiendo de cero, se abrió paso en un ejemplar proceso de encuestas y consulta. En contraste, en Petro lo que está apareciendo es el dedo verticalista a pesar de su constante referencia a la democracia.

En tiempos pasados, y meses antes de la campaña presidencial de 2018, conocí a un Petro más dialogante. Montesquieu sostenía que todo hombre con poder tiende a abusar de él y que esto debe impedirse. Si los gestos impositivos de Petro se institucionalizan y no encuentra una firme y lúcida contraposición en su movimiento, veo complicado el éxito de la Colombia Humana como proyecto político democrático.

@HoracioBrieva