Expertos en migraciones humanas se refieren a la salida del Homo sapiens de África como el primer flujo migratorio que transformó la vida en el planeta. Han pasado más de 200.000 años de esta emigración continental y los desplazamientos de personas desde los lugares que habitan continúan, por razones que van desde lo ecológico hasta lo político.

Es innegable que como fenómeno las migraciones tienen grandes repercusiones en los lugares de origen y de destino. La diversidad cultural, racial y económica se ha visto favorecida en algunos países por las inmigraciones. En algunos momentos de su historia, Francia, Australia y Estados Unidos, por ejemplo, recibieron el apoyo de los recién llegados para impulsar el crecimiento de sus economías y de sus capacidades científicas.

Colombia también ha sido un país moldeado por migraciones. Entre los años 1985 a 2015, aproximadamente 7 millones de colombianos migraron internamente por el conflicto armado. Muchas familias encontraron en el desplazamiento, forzado en su gran mayoría, la única oportunidad de sobrevivir a la violencia de la guerra.

A pesar de los innegables esfuerzos realizados por el Gobierno, la academia y las organizaciones no gubernamentales, aún hoy no hemos acabado de dimensionar y mucho menos atender, como país, los impactos que esto produjo en nuestra estructura poblacional y dinámica socioeconómica.

Con este pasado y sin ningún tipo de conocimiento previo, a este flujo interno de desplazados se le empezó a sumar desde el año 2010 una significante y creciente cantidad de migrantes internacionales provenientes de Venezuela. Según cifras recientes del Ministerio de Relaciones Exteriores, hoy permanecen en nuestro país aproximadamente un millón ochocientos mil venezolanos, de los cuales, el 56% de ellos lo hacen de manera irregular.

Migrar es un proceso difícil y costoso en términos económicos, sociales y sicológicos. El migrante, especialmente el internacional irregular, usualmente se encuentra en situación de vulnerabilidad extrema, razón más que suficiente para que en cualquier lugar del mundo donde esto suceda, la sociedad se ocupe en trabajar por su regularización.

El Gobierno colombiano, basado en la realidad migratoria de la población venezolana en nuestro país y en la capacidad de respuesta del Estado, anunció hace unos pocos días que complementará el régimen de protección internacional de refugiados con la entrada en vigor del estatuto temporal de protección para migrantes venezolanos.

Desde lo técnico, lo humanitario y lo moral es un gran primer paso para atender una situación tan compleja como la que revelan las historias detrás de las cifras. Superar los retos que la implementación de esta normativa le impondrá a nuestra sociedad necesitará del aporte de todos.

Ahora podremos reconocer a los migrantes beneficiarios del nuevo estatuto como sujetos de derecho y no solo como merecedores de nuestra caridad, lo que seguramente nos permitirá hacerlo mejor con ellos de lo que lo hicimos en el pasado con nuestros migrantes internos.

@hmbaquero

hmbaquero@gmail.com