También conocido como Síndrome Judicial Médico, se refiere a la forma perversa en que se unen un paciente, un abogado y, a veces, un médico deshonesto, con la intención de causar daño a médicos inocentes mediante la creación de uno o más “casos” en su contra, de los cuales pretenden obtener algún tipo de beneficio en detrimento de la salud psíquica y física del colega. Hay que aclarar que no se trata de la situación en que alguien denuncia legítimamente a un médico por mala praxis o por una transgresión en el ejercicio de su profesión.

Puede presentarse cuando un médico asesora a un abogado con el fin de ayudarlo a crear un caso a partir de darle credibilidad “científica”; o, cuando un abogado apoya y sustenta una demanda que es absurda sin comprobar mínimamente su credibilidad. Mediante alteraciones en la historia clínica, por falsedad en documento público o privado, a través de calumnias, falsos testigos, el médico es llevado a la situación de “imputado inocente indefenso”, lo que se convirtió en fuente de ingreso para algunos abogados hace unos años.

En este momento, aparecen las primeras llamadas de atención acerca de un fenómeno que se puede presentar a partir de la situación de los médicos colombianos que atienden la pandemia de C-19. De hecho, más que demandas por mala praxis, lo que se ha visto es un tipo de amenazas directas contra sus vidas, de manera pública y sin temor a expresarlo: ¡Muerte a los médicos!

Ese odio, de por sí irracional, es producto de la ignorancia y la desinformación, lo sé; pero, también, soy consciente del grado de sociopatía de las personas que se atreven a hacer estas amenazas, lo cual los convierte en peligrosos, están tan mal de la cabeza que son capaces de muchas cosas. Los he visto agredir médicos con el ánimo de hacer daño, no como una simple explosión de carácter.

Igual de peligrosa resultaría la confabulación de pacientes y abogados –no creo que haya un médico que se atreva a tal imbecilidad en estas circunstancias- para demandar a alguno de los colegas que están poniendo su vida en riesgo atendiendo a los pacientes infectados en la forma desventajosa en que les toca atender. Ya han muerto varios médicos en el frente de batalla.

Asclepio es hijo de Apolo y Coronis (interesante homofonía), es el dios de la medicina y la curación, pero sufrió mucho antes de su deificación, en su vida terrenal como médico, al alcanzar tal habilidad en el arte de la curación que podía, inclusive, devolver la vida a los muertos; por esta razón, Zeus, temeroso de este poder, lo mató con un rayo.

El dios del cielo y el rayo descendió del Olimpo, esta vez en forma de virosis letal que enfrentamos en desventaja los médicos de este país por carecer de la protección adecuada. A los que nos señalen o acusen, permítanme esta catarsis desde lo más profundo de mis vísceras:

¡Váyanse pa´l carajo, desagradecidos!

haroldomartinez@hotmail.com