Ya se tienen claras las diferencias que existen entre los dos cerebros a partir de lo que ha demostrado las neurociencias al calificar al cerebro izquierdo como el organizado, analítico, lógico, verbal, secuencial, matemático, fáctico, pensamiento lineal; mientras el derecho es el intuitivo, imaginativo, rítmico, artístico, creativo, fantasioso, visualizador de sentimientos y de las señales no verbales, el del pensamiento holístico.
De tal manera que cabe preguntarse en qué lado del cerebro nos manejamos con frecuencia y la respuesta parece demasiado fácil: en el cerebro izquierdo, todo el tiempo con la preocupación natural de la vida, desde la organización de lo individual que empieza con el autocuidado, hasta lo colectivo pasando por lo familiar, laboral y social. Eso es suficiente para mantenernos ocupados en el quehacer de lo cotidiano. Le dejamos muy poco tiempo al cerebro derecho, siempre tenemos una razón para ocuparnos y, por consiguiente, preocuparnos sin que eso implique que estamos mal, es la propia dinámica de la existencia.
Al cerebro derecho lo ocupamos, si la vida lo permite, el fin de semana, en vacaciones, o en cualquier espacio de tiempo que implique desconectarse de lo cotidiano para permitir que este hemisferio haga lo suyo, es decir, el disfrute, la creatividad.
Aunque los dos cerebros actúan al unísono, el cerebro masculino es predominantemente izquierdo, monotarea, mientras que las mujeres utilizan los dos cerebros al unísono, es multitarea. Lo cual pareciera ser una ventaja biológica, y lo es en el sentido de tender el masculino al mundo de lo físico, mientras el femenino al de lo psíquico, emocional.
Pero tenemos la posibilidad de emparejar el asunto si tenemos en cuenta que todos los humanos tenemos una ñapa en el cerebro derecho, un sitio en el área parietal que puede ser estimulado de muchas maneras (meditación, religión, drogas) y que produce la sensación de estar frente al numen divino, lo que los religiosos llaman estar ante la presencia de su dios porque transmite una sensación de trascendencia espiritual. Tanto es así que los neurocientíficos lo denominan el “Punto de Dios”, y los antropólogos y sociólogos lo llaman el “Sumo Poder”.
El vacile del cerebro derecho consiste en la estimulación de esa área desde la propia conciencia para cambiar la química cerebral y permitirnos conocer nuestra propia divinidad, que no es otra cosa que aprender a ser sanamente egoístas para disfrutarnos por encima de las contingencias del día a día. Es una forma de sanarse espiritualmente, es decir, el gozo intelectivo de las inteligencias múltiples.
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