El rollo de las congas es más complejo de lo que parece, por el valor que representan para mí como coterapeutas de la lectura. Estaba tranquilo disfrutando mi mayoría de edad en la irresponsabilidad de la ignorancia al no saber realmente lo que sucede en mi cuerpo, hasta cuando concurrieron dos eventos que me inquietaron: el primero, fue la aparición gradual del dedo engatillado y el túnel carpiano, que dificultan los golpes sobre el cuero; el segundo, fue el regreso del doctor Luis Alberto Burgos de su especialización en endocrinología, quien me dañó la cabeza con un término nuevo para mí, Somatopausa, el envejecimiento normal en su relación con la Hormona del Crecimiento. Quedé pendiente de un chequeo formal en su consultorio y para que me diga cómo debo prepararme para la próxima década, ya que la ONU la declaró la del envejecimiento saludable para mejorar la vida de las personas y yo quiero subirme a ese bus.

Estamos en terrenos de la Gerociencia, para entender el envejecimiento normal y el papel de la hormona del crecimiento, la que estimula la reproducción, el crecimiento y la regeneración celular, en el adulto ayuda a mantener la función cardiaca, la homeostasis de la glucosa, la mineralización de los huesos, el anabolismo de los músculos, la masa corporal magra. Hormona que disminuye de manera natural en razón del envejecimiento y puede ser secretada apenas en un 60% en un adulto joven de 70 años. A la fecha, no se recomienda terapia de reemplazo anti-envejecimiento con la hormona. Todavía no se conoce con exactitud su papel en el cerebro.

Voy a su consultorio con el resultado de los laboratorios, me entero de mi estado metabólico y de mis niveles de hormona de crecimiento que, asumo, deben estar en límites adecuados y luego, ¿qué? Eso me va a servir para hacer cálculos de salud y posibles arreglos, pero no me puede resolver el rollo del dedo y el túnel en su relación con el sonido del cuero del tambor.

Hace ratos ando en la de Clint Eastwood, Don’t let the old man in y, para eso, me apoyo en las congas cuando necesito un terapeuta para alinear los planetas, me funciona mejor que cualquier otra herramienta de sanación interior; por eso, es preocupante tener ese dedo engatillado, no es posible la sonoridad. Miro la mano con el dedo en esa posición mientras hago ejercicios de movilidad y parece estar sobre un teclado, pienso en la posibilidad de rehabilitación mediante clases de piano y se viene el recuerdo de unas que recibí en el siglo pasado con el maestro Eduardo Jinete y me convenció de poder hacerlo. Puedo retomarlas para seguir percutiendo sobre las teclas.

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