Esta película es una fuente de inspiración y concientización.

Un Hombre en apuros es una comedia ligera inspirada en un drama profundo de la vida real. El protagonista, Alain (Fabrice Luchini), es el típico ejecutivo exitoso cuyas prioridades están marcadas por el trabajo mas que por su familia. La situación la conocemos, y podría decirse que es una condición de la sociedad contemporánea, centrada cada vez más en los bienes materiales y la ansiedad por el éxito.

A pesar de que su esposa ha fallecido, Alain no tiene tiempo para dedicarle a su hija, y no tiene muchas relaciones ni tacto social, a menos que se trate de algo relacionado con los negocios.

Estando en la cumbre de su carrera, y planeando el lanzamiento de un nuevo modelo de carro eléctrico en el cual están centradas todas sus aspiraciones, empieza a presentar repentinos episodios de mareos y desmayos, que trata de pasar por alto porque no hay tiempo para la salud. Sin embargo, cuando el conductor lo lleva al hospital en un momento en que la situación se agrava, se descubre que ha sufrido un derrame cerebral.

Cuando despierta del episodio después de unos días, aunque aparenta estar bien, en realidad no puede pronunciar correctamente las palabras, cambiando el sentido de lo que expresa. Pronto se hace evidente que ha quedado con problemas de memoria y del habla. Esta inesperada realidad le pone un freno a su agitada rutina, y lo confronta con sus valores.

En el hospital, Alain conoce a una a una joven e inteligente terapeuta, Jeanne (Leila Bekhti), quien debe enseñarle nuevamente a hablar como si fuese un niño.

Inspirada en la historia de Christian Streiff, director del grupo automovilístico PSA Peugeout Citroën en 2008 llamada Yo era un hombre en apuros, esta película es una fuente de inspiración y concientización para tantas personas que viven el agitado ritmo de la vida moderna, que conlleva mayores exigencias de lo que jóvenes ejecutivos pueden dar.

El guion fue escrito por Hervé Mimran, también director, con la colaboración de Hèléne Fillères, logrando una composición mas humorística que dramática, no siempre eficiente pero convincente en el mensaje.

La película nos hace valorar aquellas facultades que muchas veces consideramos garantizadas, sin explorar el privilegiado de tenerlas en nuestro diario acontecer. Desafortunadamente solo en su carencia reconocemos su importancia.

Las actuaciones de los ganadores del César, Fabrice Luchini (La alta sociedad) y Leïla Bekhti (Hombres al agua), son excelentes, y cuenta además con Rebecca Marder (La redada), Igor Gotesman (Five), Micha Lescot (Mal genio) e Yves Jacques (Grandes familias).

La música juega papel importante, aunque las selecciones funcionarían mas con el drama que con la comedia. Por último, hay que tener en cuenta que esta es una de las películas que juega con el lenguaje, y resulta difícil lograr el mismo efecto con la traducción. Por eso hay que verla con esta salvedad, o tratar de reconocer la sutileza que puede representar una palabra tergiversada o mal pronunciada.