Es fácil juzgar a otros cuando se confrontan situaciones extremas y nos atrevemos a veces a garantizar cuál sería nuestra reacción si nos tocase experimentar algo en carne propia. Pero también nos sorprendemos de nuestra respuesta, cuando lo que afirmamos con el razonamiento apuesta contra la respuesta emocional.

Charlatán, la última película de la directora polaca Agnieszka Holland, expone cuestionamientos de este tipo con el caso de Jan Mikolášek (Ivan Trojan), un curandero con propiedades especiales que vivió en Checoslovaquia entre 1887  y 1973. 

Escrita por Marek Epstein, la biografía abarca la época de su infancia (interpretado por Joseph Trojan, hijo de Ivan), cuando empieza como aprendiz, hasta los momentos de gloria cuando la demanda por sus servicios era tal, que no daba abasto para la clientela que día a día desfilaba por su consulta.

Mikolášek era capaz de diagnosticar los males a través de una muestra de orina y los trataba de manera empírica con el uso de hierbas. Pero sus facultades se vieron afectadas por los regímenes políticos que dominaron el país en distintos momentos. Primero, el Imperio Austrohúngaro, después el nazismo y luego el comunismo, cada uno de los cuales manifestó sus exigencias y condiciones, que dejaron mella en su labor.

De hecho, su dedicación a sanar el dolor físico venía de un trauma de la juventud, cuando durante el régimen imperial fue obligado a ejecutar a uno de sus propios compatriotas.

El sistema nazi también lo utilizó, y Martin Bormann, uno de sus oficiales de rango se benefició de sus habilidades. También el presidente Antonin Zapotocky, quien le confiere la protección necesaria para actuar con cierta libertad; pero cuando éste fallece en 1957 se ve confrontado con el régimen estalinista, el cual cuestiona la veracidad de lo que hace.

Su bienestar económico y la relación que sostiene con su atractivo asistente Frantisek Palko (Juraj Loj) no son factores a favor; lo hacen aún más sospechoso para un sistema tan o más conservador que los anteriores, a pesar de sus premisas de igualdad social.

Son muchos los conflictos con los que debe convivir este personaje cuyo comportamiento agrada y desagrada, y en ocasiones intriga, convirtiéndonos al tiempo en enemigos y solidarios.

Varias de las películas de Holland se han concentrado en personajes históricos como Mr Jones (2019) inspirado en la vida del periodista Gareth Jones, que denuncia la hambruna en Ucrania en 1933, o

Europa, Europa (1990) basada en la vida de Solomon Perel, joven judío que escapa de Alemania disfrazado de nazi, pero Charlatán es tal vez la más controversial por lo complejo del personaje. 

La cinematografía de Martin Strba, que utiliza el color mezclado con tonos desaturados, contribuye a la definición psicológica del personaje y de su época, y nos deja cuestionamientos acerca de la conducta o la moral que debe prevalecer ante instancias como las que vivió.

Charlatán se presenta en teatros y en plataformas digitales.