En nuestro criterio, esto se debe a la siguiente fórmula de comportamiento social: i + d + p= m, donde m es muerte, i es ignorancia, d es desorden social y p es pobreza. Hay que advertir que el factor pobreza cobija tanto al sector institucional con su red hospitalaria, como a las condiciones socio económicas de la población, pues no es lo mismo el COVID-19 en Alemania, que en Colombia; tampoco es igual el COVID-19 en Medellín que en Malambo.

Además, hay que aclarar que nadie estaba preparado para enfrentar con éxito esta pandemia. Ni siquiera China, donde tuvo su origen. Por tanto, es valiosa las acciones que se han venido tomando en los distintos niveles gubernamentales, con sus errores, que más adelante se han rectificado. Medellín es un ejemplo a seguir, que copió la estrategia de Corea del Sur, aplicó el Big Data y otras herramientas tecnológicas, contando siempre con el apoyo de la comunidad y de la clase política, sin mezquindad alguna. ¡Copiemos lo bueno!

El caso de Ciénaga, Malambo, Soledad, Cartagena, Quibdó y Cali es la nota del mal estudiante, indisciplinado, que hay que corregir, precisamente porque allí confluyen los factores de pobreza, el rebusque del comercio callejero, y la cultura del desorden social.

Según el DANE, Chocó tiene un 66% de pobreza, Guajira un 53%, Magdalena un 48%, Córdoba un 46% y Sucre un 43.9%. Por su parte, el índice de informalidad (el rebusque disfrazado de empleo) es: Cúcuta con el 71%, Sincelejo con 67.5%, Riohacha con 64%, Santa Marta con 62% y Quibdó con el 58%.

El problema no se soluciona con una cuarentena indefinida, paralizando todos los sectores económicos. Hagamos el siguiente experimento. Seleccionemos 100 personas en los siguientes países: China, Japón, Suecia, Alemania y 100 de Colombia. Los metemos en confinamiento como pájaros. Los grupos de los primeros cuatro países resistirán un aislamiento por el tiempo que le impongan. En Colombia, los reclutamos de Malambo, Ciénaga, Soledad, Quibdó y Cali (Distrito de Aguablanca).

Con seguridad, que a los 15 días se rebotan, especialmente cuando escuchen un vallenato, un reguetón o una salsa del Grupo Niche. Su comportamiento va ligado a su cultura, a su ignorancia y a su pobreza. No le tienen miedo al comparendo policivo. A lo único que le temen es al hambre y al silencio musical.

El país no lo ha hecho mal. Estamos mejor que Ecuador, Perú, Chile y Brasil. Los alcaldes se han defendido con el poco presupuesto que cuentan actualmente. Tenemos que convivir con el virus por mucho tiempo, mientras aparece la vacuna. Es urgente la reactivación económica de los sectores productivos, con los protocolos de rigor, para enfrentar la otra pandemia: el desempleo. Menos terrorismo mediático, más inteligencia y mejores estrategias de los funcionarios del gobierno. Y menos populismo barato y marrullero.

www.cuelloduarte.com