“Gente de blanco”
El Estado debe cumplir la ley. El Estado ha “eternizado el desorden, la injusticia, la desigualdad” y la ilegalidad.
Estanislao Zuleta advirtió que solo se puede construir la paz si la sociedad puede asumir sus conflictos. Una nueva guerra acaba de empezar, aunque en realidad estaba incubada en el deseo de unas minorías elitistas que se complacen con guerras en las que no ponen los muertos. Desde ya quieren culpar de ella a los pobres; a los jóvenes más pobres. Indican que la “gente de bien” simplemente se defiende de la gente indeseable “de abajo” y “que huele mal”. Al mismo tiempo, lo poco institucionalizado de nuestra democracia no ha impedido que el gobierno inepto, y sin experiencia política, instaure un autoritarismo disfrazado de legalidad, a través de decretos que tienen alcance político de Estado de Conmoción Interior. Una vez más, los enclaves antidemocráticos de esta sociedad mantienen su felicidad con estados de excepción no declarados.
Frente a estos desafíos, costosos para la inmensa mayoría de colombianos, sin educación, salud, empleo, vivienda, con hambre y sin una justicia que garantice sus derechos, lo único que teníamos era la Constitución y la democracia. Hoy parece que no es suficiente defenderlas ni promoverlas. Más de 200 años de guerras y violencia política, provocadas por las mismas élites, condujeron a la expropiación de toda la nación para acrecentar su fortuna y asegurarse vivir como “gente de bien”; dejando en la miseria, pobreza y ostracismo a quienes ellas consideran que les corresponde por naturaleza vivir así: a los pobres. Si no se pertenece a la gente que se viste de blanco no se puede ser “gente de bien”. No seamos tontos, el país no se destruye en un mes de protestas. Huelga decir que el país nunca se edificó; o se ha destruido, desde siempre, por quienes lo han bloqueado para los demás, para que no caminen o toquen sus propiedades, sus andenes o sus barrios “de bien”.
De acuerdo con William Ospina, diría que no hay por qué “respetar una ley que no nos respeta”. El Estado debe cumplir la ley. El Estado ha “eternizado el desorden, la injusticia, la desigualdad” y la ilegalidad. El Estado ha sido construido en la ilegalidad promovida por y para unos pocos. Se utilizan las armas de la República contra el pueblo, base de la misma república. Quienes bloquean a Colombia, a las mayorías, son aquellos que no han permitido que éstas tengan derechos; mayorías que no pueden acudir a la justicia con garantías reales de éxito ni de ser escuchadas, con honrosas excepciones. La “gente de bien” no sabe de igualdad y democracia; no tiene compasión, ni espíritu solidario; no es tolerante frente a los reclamos ciudadanos. La minoría más pudiente, “de bien”, reclama resiliencia frente a su intolerancia con los pobres, considerados personas de menor valor, sin derechos o con menos que los suyos.
Este es un país injusto, sin valores democráticos (solo de mínimos formales), corrupto y violento como el que más. Un país donde brota de manera silvestre el paramilitarismo de “gente de bien”, bien vestida de blanco, en camionetas blindadas de blanco, con armas de “mentiras” (según un indecente empresario caleño) pero que producen muertos de verdad. Y aunque todo se hizo agua, por lo menos estamos frente a un cambio.
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