“Si una mujer entra a la política, cambia la mujer. Si muchas mujeres entran a la política, cambia la política”. Michelle Bachelet
El título de estas letras conlleva a diversos análisis, pero se ha escogido iniciar con la pregunta que podría dar un abordaje integral y profundo del tema en mención: ¿Hasta cuándo el patriarcado impedirá la inclusión digna de las mujeres en espacios de poder?
Algunas personas dirán, pero ¿qué más quieren, si ya tienen invadido el mundo? Pues la paridad no existe, se vive aún en territorios desiguales donde mujeres cualificadas reciben una menor remuneración que los hombres en diferentes cargos y especialmente en los gerenciales. En otros, el único liderazgo de la mujer está limitado al contexto familiar y corresponde al arraigo de roles de género que establecen que la mujer tiene que responder por la administración del hogar.
En este sentido, la opresión de la mujer tiene en común un pasado, una tradición, a veces una religión o una cultura. La historia informa que las mujeres no se situaban auténticamente como sujetas, sino como un objeto contenido en un universo masculino.
La reflexión respecto a la mujer en la política implica un abordaje policausal, no puede enmarcarse en una sola visión, no es un secreto que el mundo social, cultural o jurídico está influenciado por la cultura patriarcal.
En la actualidad, a pesar de algunos avances, la humanidad sigue enmarcada en modelos de desigualdad; por ello las mujeres, aunque han logrado espacios en escenarios políticos, académicos, culturales o sociales, tienen mucho camino por recorrer en la real reivindicación de sus derechos y en el logro conjunto de la equidad y la igualdad; y eso se puede argumentar desde la conocida ley de cuotas en el tema electoral, en la cual no se observa una real ‘paridad’, pues aún en muchos casos las mujeres pueden ser ‘rellenos’, esto es, no se da una real inclusión y empoderamiento.
Es importante mencionar que aparte del machismo, muchas de las mujeres no están preparadas para ver a otras ascender, porque se niegan a vivir desde la sororidad, además, porque les cuesta salir del patriarcado, pareciera mejor seguir adhiriéndose a el que atreverse a luchar por la transformación. En ello hay que tener especial cuidado, pues la cultura de igualdad es un llamado para hombres y mujeres; es peligroso que las mujeres lleguen al poder político replicando los arquetipos machistas que tanto daño han hecho a la humanidad. Es fundamental que lleguen al poder político las mujeres autónomas, sororas y decididas a no trabajar a favor de esquemas machistas que impiden la proyección de sus capacidades y el ejercicio libre del poder público, es momento de que las mujeres hagan la transición de lo privado a lo público con libertad y el goce pleno de sus derechos. Se necesita el liderazgo, la resiliencia y la creatividad de las mujeres en la política para seguir avanzando hacia una genuina transformación social.