
El amor en los tiempos del covid
La noticia más estremecedora en medio de todo lo que implican las descargas emocionales de los tiempos que vivimos fue enterarme (a distancia) de que mi madre era una positiva más, debo confesar que el miedo nubló por unos minutos mi fe, las preguntas invadieron mi vida y sentí que mi fuerza se desvanecía con las ganas de llorar.
A lo largo de mi vida he escuchado que el amor todo lo cura, hoy quiero dedicar ésta reflexión a esta teoría emocional y salvadora, dado que la humanidad vive tiempos de grandes conmociones, una pandemia que nos tomó por sorpresa, que nos ha traído muchos aprendizajes y se ha llevado momentos, tranquilidad y personas, cada familia ha experimentado la partida de un ser querido, un amigo, vecino o conocido; sin embargo, algo que nos mantiene firmes es la resiliencia y el anhelo de trascender a lo desafiante que es vivir, por ello el título de esta columna habla del amor y no me refiero al "amor romántico" que es vestido de perfección e idealización, sino a aquella locura que lo cura todo, al amor propio, al cuidado consciente, al tiempo de calidad para el descanso, a la libertad de sonreír, la gratitud y a la generosidad, combinada con empatia y compasión.
Ese es el amor recomendado en los tiempos del covid, y aunque los duelos pueden despistarnos y hacernos sentir que no vale la pena seguir, lo cual es natural que se sienta por nuestra fragilidad humana, hay una verdad sobre cada situación y es que nada es eterno y todo puede mejorar.
De esta manera, eso genera esperanzas de nuevas realidades, es decir, todo pasa aunque creamos que no va a ser así, la buena noticia es que a pesar de los miedos e incertidumbres habrá posibilidades de crear realidades de bienestar desde nuestro poder espiritual.
Siempre escribo desde la verdad, la disciplina y el compromiso por llevar un mensaje que toque vidas, en esta ocasión aparte de eso, escribo desde el testimonio y la dulce confrontación que la vida trae, hace pocos días falleció el papá de una de mis mejores amigas, han dado positivo a covid familiares y amigos, lo cual, inevitablemente estremece y conmueve, así como también lleva a pensar en qué es lo que estamos haciendo con el tiempo y la vida, si nos cuidamos y respetamos lo suficiente como para afirmar que el mayor blindaje que establecemos para enfrentar la pandemia es la coherencia, el equilibrio holistico y la armonía con el mundo.
La noticia más estremecedora en medio de todo lo que implican las descargas emocionales de los tiempos que vivimos fue enterarme (a distancia) de que mi madre era una positiva más, debo confesar que el miedo nubló por unos minutos mi fe, las preguntas invadieron mi vida y sentí que mi fuerza se desvanecía con las ganas de llorar.
He aprendido que todo pasa para algo y deja un aprendizaje, con esa premisa logré calmar mi angustia y cuando hablé con mi madre reafirmé que vengo de un linaje de fuerza femenina que es imbatible, por eso no fue sorpresa escucharla motivada, fuerte y confiada en que saldrá victoriosa como de costumbre de esta otra prueba que enfrenta con la gallardía heredada del vientre bendito que la trajo al mundo, mi súper abuela Rita Contreras.
Quise compartir esta experiencia mis lectoras y lectores porque creo que cualquier momento es perfecto para deconstruir paradigmas mentales de miedos, inseguridades y derrotas, siempre hay esperanzas que aparecen cuando dejamos de nublar nuestro espíritu y aquí viene mi segundo testimonio de estos tiempos, por el cual puedo afirmar con toda seguridad que creo que el mayor antídoto de cualquier enfermedad es el amor, después de mucho tiempo de preparar mi vida, sanar mi alma y aprender a amarme real y no perfecta, llegó una respuesta que ha cambiado mi estado de soltería a compañía, y finalizo estas letras afirmando que el amor sano y libre en los tiempos de la covid y de cualquier pandemia vale la pena. A amar y amarnos que no tenemos mil vidas para hacerlo.
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