Uno de los poderes más lindos de los seres humanos es la capacidad que tenemos de comunicarnos, por ello nuestros lenguajes deberían ser senderos de co-construcción y no de violencias.

Lastimosamente, por causa de los lenguajes violentos se generan conflictos y relaciones dominantes que desdibujan al otro o la otra; por esta razón, hablar de lenguajes incluyentes o no machistas no es una necedad del feminismo, es un asunto de derechos humanos, es decir, de comprender que existimos desde lo femenino, masculino y las diversidades sexuales (no solo la mirada binaria), como seres dinámicos y no como objetos que se deben condicionar a los mandatos de algunos que creen que pueden determinar qué existe y qué no, basados en el “seudopoder” que les otorga la sociedad patriarcal.

De este modo, es preciso afirmar que los lenguajes son tan poderosos que sostienen o destruyen culturas, por ello se hace necesario poner la mirada hacia las transformaciones de los mismos, es fundamental crear una cultura de lenguajes no sexistas que logren trascender a mandatos patriarcales que establecen estereotipos de género, los cuales, limitan desde la feminización o masculinización de determinados roles.

Ya basta de coaccionar las capacidades humanas, hay que deconstruir los lenguajes machistas que “limitan” lo femenino a sometimientos masculinos, esto es histórico, pero no quiere decir que deba ser eterno; las culturas son culturas por su capacidad de tener cambios y el uso asertivo de los lenguajes es una forma de demostrar que más allá de replicar costumbres se apropian transformaciones.

No se trata, solo de decir todas, todos o todes, eso es una parte fundamental pero el asunto no se agota ahí, pues se trata de algo profundo porque el lenguaje es un pilar fundamental para lograr la equidad e igualdad de derechos, desde un real enfoque diferencial. Esto implica reconocer las diferencias, pero desde visiones circulares – humanizadas y democratizadas - y no desde criterios dominantes de unos sobre otras.

Es preciso que las nuevas generaciones crezcan comprendiendo que en el mundo entramos todas las personas y que no se puede seguir normalizando las violencias, como el caso del lenguaje machista que dicen que quita estética y que se soluciona incluyendo a las mujeres dentro de lo masculino, ojalá el machismo les permitiera proponer que – lo masculino se incluya en lo femenino – que llamemos a los abogados – abogadas, a los médicos – medicas y en general a los hombres mujeres, con eso podríamos aportar mucho a la reivindicación de los derechos humanos femeninos, pero les cuesta lo poco ahora eso estructuralmente radical les quedará imposible, especialmente a los distinguidos señores de la RAE o de las cortes, que son llamados doctores y que por ello se les legitima cualquier decisión aunque esta sea claramente equivocada.

Insisto en que no se puede llamar exagerada ninguna acción transformadora que pretende generar nuevas realidades, en este caso el lenguaje sexista es una forma de seguir – “legitimando” – prácticas machistas que transitan con peligrosa libertad, es momento de que desarraiguemos prácticas patriarcales que lastiman a quienes las ejercen o son víctimas de las mismas y una gran noticia es que uno de los puntos de partida para este enorme desafío es el lenguaje incluyente donde exista dignamente toda la gente.