Perro, prohíbese
¿Es cierto que la palabra ‘perro’ no tiene etimología? F. Cajiao, C/gena
Las lenguas romances, a las que pertenece el español, derivan del latín. En todas, el nombre común del animal doméstico deviene de canis. Así, en rumano es câine; en italiano y en corso, cane; en francés, chien; en gallego, can… Exclusivamente en español, además de ‘can’ se usa ‘perro’, palabra de origen incierto, que, en efecto, carece de etimología. Según Joan Corominas, “su creación es expresiva, fundada en la voz prrr (o brrr)” con que los pastores estimulaban a sus perros para que los ayudaran en el trasteo del ganado.
En propagandas sobre bebidas alcohólicas, radiales o televisivas, dicen: “Prohíbase su venta a menores de edad”. Es decir, el verbo ‘prohibir’ está en modo imperativo, cuando la forma correcta es ‘prohíbese’ (o ‘se prohíbe’). El imperativo es apropiado para un decreto o para una ley. Alfredo Calderón Lombana, B/quilla
‘Prohíbase’ y ‘prohíbese’ son giros válidos, pero con significados diferentes, es decir, son semánticamente distintos. ‘Prohíbese’ (o ‘se prohíbe’) es anuncio de que se está prohibiendo algo, y ‘prohíbase’ es exhortación a que se prohíba algo; esto es, ‘prohíbase’ no es la prohibición, sino la orden de que se dicte la prohibición, aunque esa orden no se dirija a nadie. Las formas verbales adecuadas son el presente (“Prohíbese la venta…”) o el futuro (“Quien vendiere a menores, incurrirá en prisión…”); nunca el imperativo. La Ley 124 de 1994 dice correctamente: “Prohíbese el expendio de bebidas embriagantes a menores de edad”; pero luego, quizá por la combinación de una escasa cultura y de que el pronombre ‘se’ al final de una palabra es poco usual en el habla corriente, se llegó a ese ‘prohíbase’ tan acorde con la manía de impartir órdenes para que las apliquen otros. Este error está muy difundido, incluso más allá de la radio y la televisión, pues hacia los años noventa del siglo pasado llegó al Legislativo, la rama del poder público que manda, prohíbe, castiga y permite, la cual, en un vuelco grave –señorío de la ignorancia–, cambió ‘prohíbese’ por ‘prohíbase’. Hoy es frecuente encontrar leyes, decretos y resoluciones que no dicen: “Constitúyese un fondo”, “Derógase el inciso…”, sino “Constitúyase un fondo…”, “Deróguese el inciso…”, es decir, se expresan con imperativos igualmente indeseables, y como dando órdenes, que, por no estar dirigidas a nadie, no podrían cumplirse y dejarían de ser decisiones universalmente imperativas.
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