Origen de gordolobo para llamar al ron blanco. Roberto Gómez B., s. i.
En “Los pasantes del trago”, artículo de Carlos Crismatt M., encontré esto: “Más tarde, comenzó a destilarse el ron popular [en la Licorera de Bolívar]. En la Costa Caribe la Licorera del Atlántico también producía ron blanco, y, por coincidencia, los habitantes de los dos departamentos lo llamaban ‘gordolobo’. Dice la tradición oral que tal nombre derivó del parecido del líquido con la ginebra Gordon’s, que tenía en la etiqueta un animal semejante a un lobo [en realidad, un jabalí], por lo que terminó convertido en ‘gordolobo’ [Gordon’s + lobo = gordolobo].”
¿Qué es el ‘¡eche!’? M. A., Cali
Hace poco, dije sobre el ‘¡eche!’ costeño: “Textos sobre costeñismos dicen que ‘es interjección despectiva’. Alario Di Filippo afirma que ‘tiene cierto sentido de protesta’. No se relaciona con la interjección ‘¡che!’, usada en los países de la cuenca del Río de la Plata. Tampoco viene del latín ecce, que en español se pronuncia /ék-ze/, en latín medieval /é-che/ y en italiano /éc-che/, y quiere decir ‘he aquí’. No obstante, en España existe la exclamación ‘¡leche!’, que la Academia registra como vulgarismo que ‘indica sorpresa, asombro, admiración’, y que María Moliner, al calificarlo también como vulgarismo, dice que es ‘exclamación de sorpresa, disgusto, duda’, juicios que coinciden con el sentido que a la expresión ‘¡eche!’ le damos en la Costa. Según esto, es probable que nuestro ‘¡eche!’ derive del ‘¡leche!’ español después de sufrir este la supresión de la letra ‘l’. El ‘¡eche!’ costeño no es vulgar ni indica mala educación, y, como el ‘¡leche!’ español, es una muletilla, es decir, una expresión que se repite por hábito”. Al respecto, además del mensaje del profesor Eladio Saravia Prens, al que aludí la semana pasada, me han llegado otros sobre el asunto. Destaco el de Dael Barrera Maestre: “Sobre su abordaje del origen de la interjección costeña ‘¡eche!’, tengo mis conclusiones. Para mí, es un anglicismo por adaptación fonética. En los puertos del Caribe colombiano, o en la Zona Bananera, nuestros coterráneos tenían contacto con gringos mal hablados, que utilizaban la interjección ¡shit! [¡mierda!], que fue copiada por los habitantes de estos lugares, lógicamente con las debidas adaptaciones fonéticas. Está claro que en nuestra lengua materna no existe el sonido /sh/ el cual se adapta como /ch/. La ‘t’ final de ¡shit! no se pronuncia, dado que en castellano son muy escasas las palabras terminadas en ‘t’. Esto supone una dificultad en la pronunciación. Nos queda entonces algo así como ‘che’, al que, quizá por no ser muy del gusto de los primeros usuarios del nuevo término, se le agregó una ‘e’ protética [o el sonido /e/] para completar nuestro ‘¡eche!’. Estoy seguro de que quienes oían a un gringo exclamar ¡shit! no conocían el significado de la expresión, pero sí reconocían su carga emocional, casi la misma que expresaban con la nueva palabreja”.
edavila437@gmail.com