Con frecuencia oigo decir “la calor”. ¿Es un vulgarismo? Álvaro Donado, B/quilla

Lo es y, por lo tanto, es también una incorrección. Hoy, ‘calor’ es masculino, y como tal se usa en la lengua de todos los días. Otra cosa sucede en las áreas rurales o campesinas colombianas, donde los hablantes, casi mayoritariamente, emplean la voz en femenino. Esto es una arraigada herencia del español medieval y del español clásico que vino después, cuando el uso femenino de ‘calor’ era lo correcto. Esa forma femenina mutó a masculina, entre otras cosas porque el lenguaje es muy arbitrario. Aunque la Academia dice que el vulgarismo que nos ocupa debe evitarse, no creo que su empleo sea del todo un disparate, precisamente por tratarse de un uso preservado en zonas campesinas, lo que encierra algo de valor, pues esas antiguallas verbales narran las historias de las palabras o de las locuciones. Pese a esto, a muchos nos mortifica cuando en la ciudad oímos expresiones vetustas, hoy desatinadas, como ‘la calor’.

Leí: “La hierba aromática que mejora la memoria, cuida el cerebro y se consigue en todo lado”. ¿Es correcto decir “en todo lado” en vez de “en todos lados”? Lily Katz, B/quilla

Las dos formas son correctas y tienen el mismo valor. Eso obedece a que el español es un idioma flexible. De todas maneras, es dable pensar en por qué puede pasarse de un plural explícito a un plural que no lo es, porque si decimos ‘en todos lados’ es como si dijéramos ‘en todo lado’. En realidad, lo que determina la validez de ciertas expresiones es el uso y no el hecho de ajustarse o ceñirse a determinados paradigmas gramaticales. En el ámbito hispanohablante, lo más corriente es decir ‘en todos lados’, pero a veces se opta por lo menos frecuente y se dice ‘en todo lado’.

Envié un mensaje a mi hijo de veintitrés años. En él lo aconsejaba mucho y lo regañaba algo. Solo me dijo: “¡Me mandaste cipote pastoral!”. ¿Pastoral? EDTD, B/quilla

En el Nuevo Testamento hay catorce cartas escritas por Pablo de Tarso, de las cuales tres fueron dirigidas a dos ministros religiosos (Timoteo y Tito), con reconvenciones e instrucciones para el manejo pastoral de sus fieles, y por eso estas tres últimas cartas se llaman “pastorales”. En el papel impreso de muchas Biblias editadas hoy, con letras de punto muy reducido, esas cartas se ven cortas, pero escritas con la grafía y los toscos materiales de la época eran largas, muy largas. Quizá el mensaje que usted envió era extenso, lo cual, unido a los consejos y reproches insertos en él lo convirtieron en una verdadera pastoral.

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