¿Por qué se les dice ‘protestantes’ a seguidores de otras religiones? Nunca he oído ni leído que protesten por algo. Arcadio Saumeth, Malambo
Las guerras de religión han sido siempre funestas en la historia de la humanidad por cuanto se hacen en nombre del verdadero Dios, que, por supuesto, es, y solo es, el de cada uno de los bandos en contienda. A comienzos del siglo XVI, la Iglesia Romana estaba afectada por desórdenes administrativos, espionajes internos, conjuras, dimes y diretes, desfalcos, comercio de indulgencias (esto último era considerado lo más grave)… Buscando innovaciones en la liturgia y en el gobierno de la Iglesia, un grupo de fieles, encabezados por el fraile Martin Lutero, gestó un cisma doctrinal, y para ello acudieron a publicaciones, edictos y sermones, y se llamaron ‘reformadores’, pues si ‘formar’ es dar forma, ‘reformar’ es recuperar la forma perdida, aunque para Roma ellos no eran ‘reformadores’, sino simples ‘protestantes’. Pues bien, las protestas comenzaron en 1517 en Alemania, con Lutero, y de ahí el luteranismo; pronto surgió Calvino y el calvinismo; los líos de faldas de Enrique VIII en Inglaterra dieron pie al anglicanismo; y luego asomaron puritanos, presbiterianos, testigos de Jehová, anabaptistas, cuáqueros, mormones y otros más que sería prolijo mencionar. Estas creencias no se entendían entre ellas, antes bien, rivalizaban con aspereza, y si en su interior algún fiel pensaba distinto, de inmediato su posición era calificada como anatema y él era víctima de una condena moral. Las guerras de religión se dieron durante gran parte del siglo XVI, una lamentable época de intolerancia en Europa.
¿Son correctas las expresiones “estoy tragado de María” o “tengo una traga por María”? Mario Cuello, B/quilla
Son coloquiales y correctas por su uso extenso en todas las regiones de nuestro país. Sin embargo, su origen es incierto. El Diccionario de americanismos, de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale), dice que ‘traga’ es un colombianismo de origen popular que significa “enamoramiento intenso que se siente hacia otra persona”, y en una segunda acepción plantea que ‘traga’ es “novia, novio o pretendiente”. El Diccionario de colombianismos, del Instituto Caro y Cuervo, expresa, casi lo mismo que el anterior, y, así, dice de ‘traga’: “Enamoramiento intenso”, y de ‘tragado’: “Referido a una persona que se siente muy enamorada de alguien o de algo”. Ahora bien, si tengo una traga es porque estoy muy enamorado de una mujer, y si estoy tragado, como lo indica el participio del verbo, es porque cedí y, vencido, dentro de esa mujer han quedado mi mente y mi élan vital (o mi voluntad de vivir), y, por lo tanto, se ha producido una comunión, una común unión de dos personas que, tragadas, hacen a un lado la incertidumbre, y apuestan por un fin colectivo, por una comunidad dual, lo que, además, implica miramientos, comunicación abierta, y, desde luego, contactos íntimos frecuentes.
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