‘No hay quinto malo’. ¿De dónde viene esta aseveración? Rodolfo Gómez Peralta, Medellín

La frase, que surgió en España y se extendió por el ámbito hispano, en principio perteneció al lenguaje taurino. La versión más difundida sobre su origen dice que antiguamente los propietarios de los toros bravos participantes en una corrida se ponían de acuerdo y determinaban el orden en que estos debían salir al ruedo, a diferencia de hoy, cuando se hace por sorteo. Según ese acuerdo, se dejaba al que era considerado el mejor toro del cartel en el quinto lugar, y no en el sexto y último, como sería lo lógico, porque en esos tiempos, por estar las plazas taurinas alejadas de los hogares y por la escasez de transporte, muchos aficionados iniciaban su regreso al comienzo de la sexta lidia de la tarde y muy pocos permanecían para aplaudir al final. Como siempre (o casi siempre) el quinto resultaba un buen toro, nació el dicho ‘no hay quinto malo’.

Estoy confundido. ¿Género es lo mismo que sexo? Alfredo Núñez Arteaga, B/quilla

No es lo mismo. La palabra ‘género’ se usa para clasificar como masculinos o femeninos a sustantivos y pronombres, pero también para designar a un grupo de cosas que se semejan por su tipo o su utilidad. Así, una canoa, un bote, una lancha, un barco son cosas del mismo género, pues sirven para navegar por el agua. Un lápiz, un estilógrafo, un bolígrafo, una tiza son cosas del mismo género, pues sirven para escribir. Por su parte, ‘sexo’ indica una característica de los seres orgánicos, es decir, los que tienen órganos, como los animales y las plantas, por lo cual pueden ser hembras o machos. Por lo tanto, las personas no tenemos género, sino sexo. Y las sillas y los computadores de una oficina no tienen sexo, sino género. En consecuencia, se equivocan quienes hablan de “violencia de género”, porque la violencia la cometen las personas, no las cosas. En español debe decirse “violencia sexual” o “violencia doméstica”, como lo recomienda la Academia.

Levanto pesas, y haciendo un envión me caí. Mi entrenador dijo: “No aguantó la tagua”. ¿Qué es eso? Óscar Cifuentes Mena, Soledad

La tagua es la semilla de un árbol de los bosques húmedos tropicales de las regiones pacíficas de Colombia, Panamá y Ecuador. Se le llama “marfil vegetal” porque por su dureza y su belleza reemplaza la utilidad de los colmillos de los elefantes, lo que ha contribuido a la no extinción de estos mamíferos. El momposino Mario Alario Di Filippo, en su Lexicón de colombianismos, registra la locución como ‘no aguantar uno la tagua’, y dice de ella: “Expresión que alude a la dureza de este vegetal, para indicar que no resiste uno una cosa”. Así, si alguien presume que es capaz de levantar al tiempo muchos kilos en cada brazo, pero al primer intento falla, o si afirma que puede correr una maratón, pero a los pocos kilómetros desfallece, se dice que ‘no aguantó la tagua’, esto es, que, pese a su dureza, en estos casos la tagua no aguantó.

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