Se cumplieron 25 años desde que el Ministerio de Cultura declaró al centro histórico de Barranquilla “Bien de Interés Cultural”. La resolución 1614 de 1999 firmada durante el gobierno de Pastrana y la alcaldía de Bernardo Hoyos, marcó el inicio de un largo y espinoso proceso de recuperación.
El centro de Barranquilla comenzó a construirse en el siglo XVII como epicentro de desarrollo portuario fluvial, industrial, comercial y turístico. Fundado en arquitectura republicana como símbolo de modernismo distanciándose de una Cartagena colonial. Fue epicentro de innovación con calles pensadas para transitar vehículos con motor y no a caballos. Vanguardista en el arte con vitrales, mosaicos y murales. Y soñador con un cielo surcado por los primeros aviones del continente.
Así como éstos hay muchos otros ejemplos de un progreso que hoy se oculta tras una invasión descomunal de cortinas de hierro, carteles y tenderetes que invadieron la otrora grandeza de un símbolo de progreso nacional.
Han sido varios los alcaldes desde entonces, algunos con más y otros con menos interés por revivir la grandeza del centro. Pero luego de todos estos años, comenzamos a ver una luz dorada de esperanza que se asoma desde el río en cada amanecer.
Las Batatillas que inspiraron a Estercita Forero están volviendo a florecer entre los tejados. Las terrazas de los edificios se están redescubriendo con la reubicación de los comerciantes. Las almas vagabundas que deambulan por sus calles están siendo desplazadas por la alegría de las familias que están retornando a donde todo comenzó, para construir sus proyectos de vida en el corazón de la ciudad que vuelve a latir con fuerza.
Vivir en el centro hace unos años no era una opción para la mayoría de los barranquilleros, pero hoy, con toda la transformación que se está viviendo, es una realidad.
Porque las viviendas usadas y nuevas están destinadas a valorizarse exponencialmente así como sucedió en el centro histórico de Cartagena, en el de Santa Marta y en los de todo el mundo.
En cambio, las opciones actuales de crecimiento de vivienda está obligando a los barranquilleros a mudarse por fuera de Barranquilla. En ciudadelas alejadas de los centros urbanos, obligando a la gente a estar más tiempo en un transporte para ir a estudiar o llegar al trabajo. En vez de tener más tiempo libre en familia.
Por eso volver al centro se vuelve una oportunidad para los que quieren ser parte de la historia de la ciudad. Y ser testigos de un renacer urbano, aprovechando todas las ventajas de cercanía y economía que este ofrece.