El pasado viernes un grupo importante de trabajadores de la Universidad del Norte fueron desvinculados. Aunque algunos de los ganadores de esta lotería de despidos laborales que recibieron su liquidación y debida indemnización se sientan sorprendidos, es algo que ya se veía venir.

Sostener una nómina costosa en una universidad que desde su fundación a priorizado por la calidad y excelencia académica, en tiempos de deserción estudiantil, sumado a la suspensión de programas de becas gubernamentales que significaban un grueso ingreso financiero. Son situaciones ajenas a la responsabilidad de las directivas y se sentía que venían decisiones dolorosas.

La reducción de personal en la Universidad del Norte pasó de ser un murmullo de pasillo a una realidad. Áreas enteras de servicio, profesores con años de trabajo y uno que otro que no justificaba su sueldo. Fueron las primeras víctimas de una reingeniería estructural de un modelo de negocio que sufre al igual que cualquier empresa que debe reducir sus gastos ante una baja de sus ingresos.

Los modelos universitarios en general están viviendo una crisis que debe analizarse. Los bachilleres recién egresados son reacios en su mayoría a cursar carreras profesionales largas y costosas. Los seducen las formaciones técnicas más cortas, enfocadas en nuevos modelos de vida que distan mucho del que prometen las universidades tradicionales.

Un reciente estudio de UPCEA (University Professional & Continuing Education Association) publicó las 5 causas principales por la que los estudiantes no quieren estudiar carreras universitarias.

1. Metodologías obsoletas que ponderan la memoria de textos antes que el pensamiento crítico.

2. El darle más importancia a la teoría que a la práctica.

3. Contenidos costosos que pueden accederse de manera gratuita en Internet.

4. Profesores endiosados que dictan la misma cátedra por años y no se renuevan.

5. Pénsums sin fechas de vencimiento que no se adaptan a las nuevas dinámicas laborales de la sociedad.

Estos hallazgos son el insumo para que la Universidad rediseñe sus ofertas académicas. Y junto a una mejor estrategia de seducción de estudiantes puedan continuar con su legado de calidad y excelencia, sin perder el norte.

Al igual que las directivas lamento profundamente los empleos perdidos pero confío en la calidad de profesionales que la universidad formó y seguramente sabrán reincorporarse en el mundo laboral. En cuanto a la universidad, urge tomar medidas para anticiparse y no vuelva a suceder lo que ya se sabía que iba a pasar.