Cuando faltan solo unos días para ejercer el derecho al voto, en los medios se publican varias encuestas realizadas por consultoras viejas conocidas y nuevas desconocidas con resultados tan dispares que desorientan a cualquier opinador. Cada encuesta publicada debe por ley ser sustentada por fichas técnicas en las cuales se informa el número de encuestados, edades, género, ubicación geográfica y otros datos que permiten darle credibilidad teniendo en cuenta un margen de error. El cual debe estar obligatoriamente entre el 3% y 8% con un nivel de confianza de al menos un 95%.
Para entenderlo de una manera más práctica. Una encuesta es una fotografía de la opinión de un grupo de personas en un momento determinado. Pero, detrás de esa fotografía, hay un fotógrafo que hizo un encuadre y decidió quién debía salir en esa foto y el momento preciso para tomarla.
Por ejemplo, si en plena Batalla de Flores del Carnaval de Barranquilla se toma una fotografía en un palco durante un bache del desfile y otra dos minutos después en plena euforia. A pesar de ser el mismo lugar y las mismas personas, la primera fotografía evidencia un desastroso carnaval muy distante de la realidad. Si bien la fotografía es real y no está trucada, no muestra el verdadero sentimiento de las personas. Porque el fotógrafo decidió qué mostrar y en qué momento tomar la foto.
Lo mismo pasa con las encuestas, son reales, pero quienes las diseñan son los que toman la decisión consciente, con transparencia o con malicia, de escoger quién sale y el momento en que se toma la foto.
Las mañas para “manipular” los resultados de una encuesta son tan diversas como increíbles. Supongamos que quiero evidenciar lo muy católica que es la comunidad del centro histórico de Barranquilla. Escojo un lugar concurrido como la plaza de La Paz. Los resultados serán muy diferentes si la pregunta la hago a los transeúntes un domingo a las nueve de la mañana justo cuando termina la misa. O un viernes a las nueve de la noche cuando los jíbaros andan sueltos. La ficha técnica puede decir misa y jurar ante el sagrado rostro que las respuestas son reales, pero el resultado no será la verdadera medida de la fe católica de una comunidad.
Una encuestadora seria debe tomar las precauciones para definir su muestra de la manera más aleatoria posible teniendo en cuenta las variables que pueden desviar los resultados. Pero en temporada política, cuando se trata de mostrar poder para ganar indecisos, aparecen las consultoras fantasmas que manipulan la data para hacer sus propios análisis y favorecer a los candidatos de su preferencia, o los del que está pagando la encomienda.
@eortegadelrio