Aunque no estemos en febrero y tampoco mañana será miércoles de cenizas, el viernes pasado comenzó el carnaval político en la región. Por las calles de las ciudades y municipios desfilaron las comitivas de cada aspirante a reinar en estas festividades. Patrocinando comitivas de miles de disfrazados de consciencia e inconsciencia, los candidatos a la corte ‘politicarnavalera’ se tomaron las vías sin ley ni orden para medir fuerzas frente a sus adversarios.
Sin lugar a dudas, para admirar semejante espectáculo, el palco de honor estuvo en las Registradurías. Allí fueron llegando una tras otra las comparsas con sus postulados haciendo su show de presentación.
Muy temprano, amparados en el adagio popular “Al que madruga Dios le ayuda” llegaron los portadores de la tradición. Luego de encomendarle sus ideas al supremo, exhibiendo en sus manos el programa de gobierno como si fuera un bebé rumbo a la piedra bautismal. Con los pendientes absueltos por la comunión desfilaron directamente hasta el palco del registrador, mostrando nuevos disfraces, pero bailando la misma coreografía y la misma canción.
Hubo otros que en su puesta en escena apostaron por nuevos compases. Con nuevas coreografías y disfraces presentaron sus ideas para una fiesta que según ellos deben avanzar y no retroceder. Las nuevas comparsas reclaman espacio y solicitan a las viejas monarquías dar un paso al costado para poder evolucionar una fiesta para el pueblo con nuevos liderazgos.
Y también estuvieron los que se saltaron la ostia y pasaron directamente a calentar la garganta con un trago de desazón. Con la tusa porque el patrocinador principal, el mismo que había prometido que este año la fiesta iba a estar mejor, les quedó mal a última hora. No tuvieron otra que ponerse el disfraz raído de carnavales pasados, improvisar una danza y desfilar hasta el palco armando güachafita, gritando su despecho y destilando improperios con razón y ron.
La inscripción de candidatos políticos en las oficinas de la Registraduría Nacional es un evento salido de todo contexto moderno. Es decir, cualquier aspirante que cuente con aval para postular su nombre podría desde la comodidad y tranquilidad de su casa entrar a la página web oficial y realizar el trámite. Pero en nuestra comarca por más que queramos evolucionar la forma de hacer las cosas, las tradiciones aún pesan y obligan incluso a los más vanguardistas, subyugarse a la necesidad de unirse al show de poder. Esperemos que en los 3 meses que quedan podamos despojarnos de viejas costumbres y entrar en la era de la modernidad política donde prime el voto de opinión y no el de tradición.