¿Dónde quedó la solidaridad?

En Venezuela, la tragedia se siente para casi 8 millones de personas que han tenido que abandonar su hogar y buscar refugio en otros países, y para quienes siguen sufriendo bajo un régimen opresivo. Esta crisis no solo amenaza la democracia, sino que también impacta a naciones como Colombia, principal país receptor de la diáspora. Durante los últimos 25 años, hemos sido testigos de la misma fórmula: esperanza de cambio, desilusión y represión. Sin embargo, a diferencia de elecciones anteriores, hoy nos encontramos en un punto de inflexión en la historia reciente del país.

Comparando las elecciones de 2018, marcadas por una oposición fragmentada y la reelección de Maduro con el 67.8% de los votos, las de 2024 muestran un cambio notable. La oposición presentó una alternativa que conectó con la gente, renovando su interés en el proceso electoral y obtuvo más de 6 millones de votos, un aumento del 227%. Aunque el CNE asombrosamente declaró reelegido a Maduro, el 80% de las actas presentadas por la oposición respaldan a Edmundo González.

Estas elecciones también han atraído una mayor atención internacional en comparación con las anteriores, en las cuales hubo un nulo seguimiento de los resultados electorales, pero sí de sus repercusiones alrededor de Guaidó como presidente interino. En redes sociales, figuras como Elon Musk han denunciado a Maduro como dictador y por fraude electoral, reflejando el rechazo global al cual se han sumado naciones y organizaciones como la Unión Europea y HRW.

A pesar de las expresiones de apoyo, la comunidad internacional ha fallado en pasar a la acción, exigiendo coordinadamente, no solo que se muestren las actas, sino que sean auditadas por entidades independientes y que se protejan los derechos de los ciudadanos que protestan. La reunión de la OEA lo demostró al no aprobar la resolución para garantizar la transparencia electoral, con 5 ausencias y 11 abstenciones, incluida Colombia, a pesar de las “graves dudas” de Petro. Todo ello va en contravía del sentir de los pueblos, quienes han mostrado solidaridad y son quienes asumen las consecuencias de las decisiones tomadas por los Estados, como ha ocurrido con la migración, la cual se espera que con la actual situación se continúe exacerbando.

Estamos ante una oportunidad histórica, con los ojos del mundo entero puestos en Venezuela. Por ello es el momento propicio para que la comunidad internacional apoye la reconstrucción de las instituciones democráticas de nuestro hermano país y demuestre que la unión genera cambios, así como ha sucedido en la historia de países como Chile, Panamá y Honduras, en donde la presión internacional incidió en el restablecimiento de la democracia luego de golpes de estado. Es por ello que la solidaridad debe ser no solo un lema, sino una acción concertada que muestre al pueblo venezolano que no están solos en su lucha.