
La figura alta y fuerte de José Escorcia como arquero juvenil del fútbol atlanticense, allá por 1932, llamaba poderosamente la atención de miles de aficionados barranquilleros, tanto por la seguridad de sus manos y el arrojo que mostraba en el legendario estadio Moderno, en aquellos hoy lejanos tiempos de 1932.
Cuando se aproximaba el Campeonato Nacional de fútbol de ese año, el joven arquero soledeño estuvo incluido como arquero suplente del equipo porque el titular era el curtido Julián Castro. Pero Castro viajó a Medellín con una gripa que apenas le comenzaba, desarrollándosele al día siguiente de estar en Medellín enviándolo a un hospital.
Fue la gran oportunidad que ansiaba Escorcia, esa titularidad a lo largo de todo ese compromiso nacional, a pesar de ese deber con su Departamento, por la lluvia de patadas a leves unas y accidentales otras, porque para los antioqueños, esa era la gran oportunidad para que ellos consiguieran por fin su primer título de como campeón nacional de fútbol.
Escorcia quedó fuertemente golpeado por los delanteros paisas, pero se negó a ceder su puesto, su fortaleza física lo llevó a sobrevenir como portero insustituible hasta cuando se bajaron las banderas en el estadio medellinense.
El gran arquero término inmisericordemente su brillante actuación en el arco de Atlántico, como uno de los principales factores que hubo en aquel certamen para que la delegación rojiblanca logrará su primer título nacional de balompié.
El gran arquero, considerado entonces el mejor del país, mostraba en cada partido incólume su portería, a pesar de los pesares, su estilo de choque cuando venía un delantero a fusilarlo en solitario, Escorcia le salía como un turbión para chocar contra él, a ver cuál de los dos se quedaba con el balón. No pocas veces quedaba Escorcia golpeado seriamente, el gol adversario brillaba por su ausencia.
Al famoso arquero le sobrevino la tragedia cuando en la concentración del equipo mató de una patada a un jugador suplente con quien jugaba una partida de dominó.
Escorcia salió de la cárcel al poco tiempo y un amigo se lo llevó a Bucaramanga donde quedaban impresionados miles de santandereanos.
Con el paso del tiempo pudo verse que Escorcia supiera retirarse a tiempo para preservar su nombre como lo merecía. Escorcia terminó sus días como segundo suplente de un equipo de Barranquilla.
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