Casos como el de la inolvidable ‘Barriga de trapo’, la falsa historia de una barranquillera que dijo haber sido ilustradora del filme El niño y la garza, o una inexistente investigación científica según la cual, supuestamente, comer chicharrón era más saludable que comer espinacas hacen parte de una larga y penosa lista de relatos que llegaron a captar la atención de la audiencia, precisamente, porque fueron los medios de comunicación los que las elevaron a la categoría de realidad en el momento en que publicaron información no verificada…
¿Qué implicaciones tiene el hecho de que los periodistas dejemos de lado la verificación a la hora de informar?
Esta y otras preguntas fueron respondidas el pasado viernes en las instalaciones de la Universidad Autónoma del Caribe durante el conversatorio titulado La verdad sobre las mentiras en el periodismo. En el ejercicio siempre necesario del diálogo, conversé con tres colegas en ese espacio que se nutrió con la presencia de docenas de periodistas en formación de la alma mater. Cada vez son más comunes las noticias falsas, y cada vez son más los medios de comunicación que incurren en publicar información sin hacer la respectiva revisión. ¿Por qué esta tendencia, en vez de disminuir, va en aumento?
El principal propulsor de esta dinámica que va en contravía de los principios del periodismo es el afán por obtener más vistas, reproducciones o tráfico en las páginas web o en las redes sociales de los medios de comunicación, los cuales al principio y al final de todo suelen funcionar sobre las bases de la empresa periodística.
En esa carrera de nunca acabar por lograr más visualizaciones, realmente, ¿quién pierde? La respuesta unánime no dejará de ser “perdemos todos”. Los medios, los periodistas y las audiencias del mundo en su totalidad van perdiendo la partida, mientras el negocio de los clics parece irla ganando. Más allá del dinero, ¿tiene esto algún sentido?
Independientemente del medio, el público o el hecho en sí mismo, todo periodismo debe ser de rigor. El peligroso bucle que trazan esas mentiras que toman forma de noticia no puede absorbernos a todos como sociedad, menos si hacemos parte de ese cardumen de seres que se mueven por las aguas de la realidad, yendo de la superficie al fondo (y viceversa) cuantas veces sea necesario para comunicar.
El informe del Instituto Reuters de 2023 señala que solo el 35 % de los colombianos “confía en las noticias”. Los periodistas tenemos una tarea importante: combatir las mentiras en el periodismo haciendo periodismo de verdad.