Llegó el día. Mañana se elige al próximo presidente de Colombia. Ha sido una campaña difícil e injusta. Los medios de comunicación mostraron su peor cara y confirmaron que están encarcelados en el establishment. No existe el pluralismo informativo ni la imparcialidad. Lo importante es que aparece el espacio virtual y se convierte en un lugar de debate… de libertad. Iván Duque y Gustavo Petro se encontrarán en las urnas. El futuro es más real que hipotético.

Colombia es uno de los países más diversos del mundo. Es una de las potencias hídricas. Durante muchos años ocupó el sexto lugar entre los países con más agua a nivel global, pero bajó al puesto 24. Su biodiversidad lo hace único y su posición geográfica es envidiable. Lo rodean los océanos Atlántico y Pacífico, montañas y ríos, nevados y volcanes, miles de especies. En fin, somos verdaderamente ricos. Y entonces, ¿por qué tanta desigualdad? ¿Por qué la pobreza? ¿Por qué no se protege el medioambiente? ¿Por qué no se valoran los recursos?

También somos uno de los países más violentos y desiguales del mundo. Tenemos el mayor número de desapariciones forzadas del continente. La injusticia social y la falta de reformas agrarias justas agravan la situación. La pobreza es una realidad que invade a un amplio sector de la sociedad. Tenemos esa habilidad: sobresalir en todo, hasta en la violencia.

Ni hoy, ni hace 200 años, hemos sido capaces de mirar a nuestro alrededor para reconocernos como parte de un todo. De un todo que debe luchar unido contra la injusticia social, contra la desigualdad, contra la muerte. Al contrario, en toda la historia, hemos sido más eficaces para negarnos. Para matarnos. Para desconocernos y despersonalizarnos en la indiferencia. La violencia no es, como parecen creer muchos, un problema de hace 50 años con las Farc. La violencia, tristemente, es un presente; un pasado muy largo y oscuro; y esperemos que desde este domingo ya no sea más un futuro.

Aunque el Acuerdo de Paz ha generado controversia en la sociedad, es innegable que ha salvado vidas. Eso es suficiente para apoyarlo, para no volverlo trizas. Voté por Gustavo Petro en primera vuelta y también lo haré en esta ocasión, ya que defiende la vida y los derechos de todos los ciudadanos. No discrimina. La protección al medioambiente y la lucha contra el calentamiento global definen su plan de Gobierno. La justicia social es la base de su proyecto. Y su modelo económico es el más innovador en esta contienda electoral, así digan lo contrario.

La violencia no puede ser una condena para los colombianos. Ya vivimos la Seguridad Democrática en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Tantas masacres. Tantos muertos. Tantas desapariciones. Tanta guerra. Tanta explotación de los recursos naturales. Tanto maltrato al ciudadano de a pie. Tanto dolor. Eso ya lo conocemos, a eso me niego a regresar.

Voto por la vida, por la paz, por la verdad, por las víctimas, por nuestros recursos naturales, por un país diferente… por una Colombia humana.

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