Errare humanum est, significa: "Errar es humano" en latín. Es inherente a la naturaleza humana equivocarse y hay que aceptar los errores, pero aprendiendo de ellos para evitar repetirlos. No es claro quién acuñó la expresión, se atribuyó a Séneca el Joven, pero no está en sus escritos. Cicerón usó una similar en Filípicas: "Errar es propio de cualquier hombre, pero sólo del ignorante perseverar en el error"). La primera fuente cristiana con frase similar es la epístola 57 de Jerónimo de Estridón: "Ya que haber errado es humano, admitir el error es propio de gente prudente".

En mi columna pasada mencioné el ejemplo de Nueva Zelanda, país que por presiones de grupos ambientales prohibió la exploración y explotación de fósiles en su territorio en 2018. Erraron, según su primer ministro, pero aprendieron y, seis años después, revocaron la prohibición para “garantizar el suministro de gas natural y mantener las luces encendidas y la economía en funcionamiento”. Ahora el turno le tocó a Bolivia, cometió errores en el pasado que la llevan a anunciar ahora que “La energética estatal YPFB busca mejorar las condiciones para la inversión en el debilitado sector de petróleo y gas del país y busca ayuda de Rusia para superar la reciente escasez de combustible”. Parece estar aprendiendo de sus equivocaciones, que generaron inclusive un frustrado golpe militar, debido en parte a la creciente crisis económica por la disminución de producción de petróleo y gas que ha afectado las reservas de divisas. Bolivia fue potencia en gas natural, de hecho, exportó a Brasil a través del gasoducto Santa Cruz-Sao Paulo, conocido también como Gasoducto Bolivia-Brasil (GASBOL). Esta infraestructura, con 3.150 kilómetros de extensión, tiene capacidad para transportar 1 billón de pies cúbicos/día, el consumo total de nuestro país. Fueron varias las pifias de Bolivia: falta de inversión en exploración y desarrollo de nuevos campos, incertidumbre en política energética y regulatoria que disuadieron a los inversionistas extranjeros, compromisos de exportación y la falta de mantenimiento adecuado a la infraestructura existente que afectó la producción efectiva de gas. El presidente de YPFB admitió que ciertas decisiones políticas de los últimos años habían desanimado a los inversores y perjudicado la producción, tanto de gas, que disminuyó a la mitad desde el pico de hace una década, como de petróleo, a su nivel más bajo desde 1990. Quieren corregir esos desaciertos, dicen las autoridades de Bolivia, atrayendo financiación y buscando socios para acometer las inversiones dejadas de hacer. Toda la situación degeneró en problemas con pagos a terceros y en una legislación y regulación, bajo el liderazgo de la mayoría socialista del país en los últimos años, que afectaron a las empresas privadas y que ahora están tratando de cambiar. Han apelado a Rusia y a la OPEP para acceder a combustible más barato y mejorar el suministro. Es claro que recorrieron la cadena perversa, desde el riesgo hasta el daño materializado al perder la seguridad energética y con ella, la soberanía energética: capacidad para tomar decisiones y gestionar de forma autónoma sus necesidades en el campo energético. En este momento dependen 100% de terceros, situación que cualquier país responsable debe evitar.

San Agustín también usó la frase, pero fue más allá, al agregarle un colofón que debe tenerse muy en cuenta: Humanum fuit errare, diabolicum est per animositatem in errore manere​ ("errar ha sido humano, pero es diabólico permanecer en el error por el orgullo").