La expresión ad-portas proviene del latín y significa "a las puertas". Se utilizaba en la antigua Roma para indicar que un enemigo estaba muy cerca de la ciudad, "a las puertas". Se popularizó durante las Guerras Púnicas, cuando Aníbal de Cartago se acercó, retador, a la ciudad de Roma en 211 a.C. Desde entonces, ad-portas se usa para señalar que algo amenazante está a punto de suceder.
He opinado sobre lo perjudicial que pueden ser las prohibiciones, las imposiciones y en general cualquier tipo de injerencia exógena a procesos de sustitución que deben darse con orden; particularmente en la transición energética. Escribí sobre la reversión de las precipitadas prohibiciones del gas natural en estados de E.E.U.U, sin tener sustitutos viables económicamente. En 2018, a más de 10.000 kmts. y por presiones de Greenpeace, la primera ministra de Nueva Zelanda prohibió la exploración y explotación de fósiles en su territorio de alta mar. Ahora, el primer ministro actual anuncia que su país “revocará la prohibición de exploración costa afuera en medio de temores de escasez de gas”. La principal razón del cambio en la política ha sido tratada insistentemente en estas columnas: la dicotomía entre ser guardián de la seguridad energética o del cambio climático. Hace seis años se privilegió el medio ambiente, loable intención, hoy NZ opta por la seguridad energética, el mandato responsable que demanda todo país de sus gobernantes. "El gas natural es fundamental para mantener las luces encendidas y la economía en funcionamiento, especialmente cuando la generación cae por fuentes intermitentes como la eólica, la solar y la hidroeléctrica", dijo el ministro de Recursos. En 2023 las reservas de gas natural en NZ disminuyeron 17% con respecto a 2022; menos de 10 años de suministro para sus 5 millones de habitantes. Recordemos que la ANH anunció oficialmente que, en Colombia, con 50 millones, quedan menos de seis años de reservas de gas. ¿Cuál debería ser nuestra decisión en cuanto a política energética? Me tomaré la licencia de contestar con una frase del primer ministro de NZ: "Sin inversión en exploración de gas se espera que nuestra producción anual alcance su punto máximo este año y experimente una disminución sostenida, lo que refleja un problema de seguridad del suministro". Se inclina, responsablemente, por el mandato de garantizar una fuente de energía limpia y sostenible a la que en nuestro país se le está dando la espalda: el gas natural. Garantiza, de hecho, la seguridad energética de su país, y de paso, la soberanía: capacidad de tomar decisiones autónomas sobre sus políticas y estrategias energéticas. El proyecto de ley indicará a la industria del sector que NZ está abierta a los negocios, al otorgar al gobierno el mandato de promover activamente la prospección, exploración y extracción. Greenpeace ataca vehementemente la reversión. Amenazante, su director ejecutivo dice que “advertimos a las compañías petroleras que enfrentarán una decidida resistencia comunitaria. Estamos decididos a proteger a nuestras familias del catastrófico cambio climático”. Las defenderán desde la oscuridad y cocinando con leña y carbón, agrego yo, con respeto, cuando el gas merme sin opciones sostenibles para reemplazarlo.
Nueva Zelanda está ad-portas de tomar una decisión a todas luces lógica y responsable, ojalá todos los países que se encuentran en su misma situación sigan su ejemplo. La transición energética debe llegar, nunca he controvertido este concepto, lo apoyo en cambio. Pero, insisto, debe ser responsable, justa y planificada para que sea legítima. De lo contrario, al forzarla sin respaldo alguno, los responsables de estas decisiones tendrán a sus países ad-portas de una crisis. Tan inquietante como las que generaba Aníbal cuando se acercaba a las puertas de Roma.