Paso obligado en la vía que une a Santa Marta con Barranquilla (la Troncal del Caribe), en jurisdicción del municipio de Pueblo Viejo –y habitado por unas 10 mil personas– se encuentra Tasajera, en medio de un paisaje hermoso de la Ciénaga grande, el mar Caribe y la Sierra Nevada, contrasta un sitio, al que salen niños barrigones, madres a medio vestir y adultos desesperados por vender una botella de agua, que caminan descalzos en medio de la inmundicia y el mal olor. Sí, la pobreza, el hambre, la desnutrición, el abandono, las pésimas condiciones sanitarias, la carencia de energía, la falta de agua en un pueblo de pescadores que encuentran cada vez más difícil su sustento y el de su familia. Situaciones similares a las de Buenaventura, La Guajira, o el Chocó, donde la ausencia del Estado muestra que a este le quedó grande el país. Qué podemos esperar de los gobernantes centrales si ni siquiera los locales y regionales se preocupan en serio por la gravedad de la situación.
Se podría decir que hablo por la herida después de que parte de mi año rural obligatorio fue recorriendo cada una de estas poblaciones. Retribuido con cariño por mis pacientes con los frutos de la Ciénaga, pescados y mariscos. En ese tiempo al menos salía de un pueblo pobre, pero contento, que podía comer cuando el banano de rechazo solo tenían que recogerlo en Ciénaga. Usaban el agua que acumulaban, mayormente de las lluvias y la de la misma Ciénaga con bajo nivel de contaminación, los hacía ver como individuos fuertes y felices. Pero la energía se agotó, el agua se contaminó cada vez más, el guineo de rechazo tienen que comprarlo, la venta del pescado ha sido cada vez más difícil, con menos rendimiento. La situación obviamente está peor.
La carretera Ciénaga-Barranquilla, aquella que Juan B. Calderón, mi abuelo oriundo de Ciénaga, quien visionando el futuro y el desarrollo que traería un medio más efectivo y rápido de transporte, inició con recursos propios la construcción de los primeros tramos, se convirtió en pionero de esta importante vía. Después, como senador de la República, impulsó la ley que haría oficial la construcción de los 60 kilómetros que conecta a Barranquilla con Ciénaga.Tasajera es ahora en parte un resultado de la desidia de los gobernantes, de la tolerancia de sus moradores, y una de las grandes iniquidades universales.
Soluciones hay, como las que se deben establecer con sus habitantes en forma pacífica, para cumplir compromisos. Los de la Concesión Ciénaga-Barranquilla podrían asignar una suma para el mejoramiento de estas poblaciones que nos permiten pasar por su patio. Si es el caso, lograr una donación de cada vehículo en tránsito para un fondo de recursos vigilado estrictamente por la misma comunidad, destinado a solucionar los graves problemas y evitar la explosión de un conflicto que ya ha causado grandes dificultades. Las carreteras deben ser un medio para mejorar la calidad de vida de las gentes, como lo concibieron sus pioneros.
PD. Invitación a unirse a esta cruzada. Comunicarse a través de EL HERALDO.