Aun cuando estamos hablando de un fenómeno mundial, la llegada de la covid-19 tiene en cada país, en cada región, en cada ciudad, y en cada familia, una repercusión diferente. De acuerdo con cómo nos preparemos para un terremoto, o cualquier fenómeno natural, así será el daño. Pero, el fenómeno que nos atañe ya está dentro de nosotros y no nos queda sino defendernos.
La conciencia de la población afectada es la primera necesidad, y tenemos que lograr por todos los medios una actitud seria y responsable de nuestra población. Cuando la situación está grave es cuando conocemos los verdaderos valores, que tienen que ver más con la responsabilidad ciudadana, la consideración de los más débiles, y la ayuda al necesitado. Ahora, recuerdo las frases de un profesor de la escuela de salud pública, quien al presentarle un proyecto me dijo: “Todo proyecto debe tener un buen presupuesto, de otra forma es una utopía su ejecución”. En los tiempos de una reforma económica en el país respondería que plata siempre hay, aunque la corrupción lleve la mayor parte. Creo que si sabemos cuánto necesitamos para cubrir los daños producidos por la pandemia, y los empezamos a cubrir en forma equitativa con lo que tenemos, podremos proyectar un buen presupuesto, en el que los que más tenemos debemos ayudar a los más necesitados, en forma proporcional a la riqueza debemos colaborar. Con este presupuesto organizado en esta contingencia tendremos la posibilidad de cubrir lo que se necesita, distribuyendo el gasto en las acciones, que urgentemente hay que corregir, es decir, proporcionando no solo la atención médica, sino cubriendo las necesidades básicas para una vida digna de un ser humano, alimentación, vivienda y servicios vitales, energía, agua y entretenimiento. La covid-19 destapó el abandono en que tenemos a nuestros propios hermanos, e incrementó las condiciones de pobreza al empeorar el desempleo, y el mostrarnos que la mayoría tienen un trabajo sin seguridad social. Tomar conciencia es una obligación de todos, para lograr verdaderamente un cambio que nos permita enfrentar responsablemente una catástrofe de dimensiones incalculables si no actuamos a tiempo en la mejor forma.
Después de tomar consciencia de la situación, lo que viene es la reorganización de nuestro sistema de salud, que en estos momentos ha mostrado grandes debilidades que nos pueden seguir llevando a una tragedia sin límites. El sistema de salud mundial, en general, ha sido insuficiente para controlar la llegada de un virus en pleno siglo XXI. Las grandes instituciones de salud muestran grandes defectos y no han cumplido una misión necesaria y suficiente para enfrentar una tragedia universal, incluyendo la Organización Mundial de la Salud, OMS, OPS, CDC, NIH y muchas más, que cuentan con grandes recursos para hacerle frente a una pandemia. Y qué decir de los nuestros que en muchos casos no tienen los recursos, pero también han sido sobrepasados por la pandemia. Arreglar nuestro sistema de salud es necesario, y ha sido reconocido aún por las autoridades actuales. ¿Cómo hacerlo? Es necesario buscar los mejores, conformando un equipo que nos deje los resultados deseados.
Una respuesta urgente a la pandemia nos marcará su futuro, que no podemos seguir dejando al libre albedrío, hay que intervenir la epidemia.