La batalla contra el COVID-19, está empezando todavía. Las predicciones equivocadas a las cuales hicimos referencia anteriormente, traen como consecuencia fallas en los planteamientos.
Las actuaciones de los países y las regiones tienen grandes variaciones, nuestro sistema adolece de la protección de quienes nos protegen, trabajadores de la salud, con elementos de protección insuficientes, para quienes están en la primera línea, a quienes aún en esta pandemia, solo se les hace reconocimientos con aplausos, requiriéndose un reconocimiento laboral urgente, digno de tan sacrificada y riesgosa profesión, requiriéndose, de la inclusión de una póliza de vida, con responsabilidad directa de las ARL.
El final de la cuarentena preventiva y el inicio de la inteligente no están claros, sobretodo porque los cumplimientos de los compromisos han sido parciales. El sistema de salud, no está suficientemente restablecido, como se preveía iba a pasar, y persisten muchas falencias. El elemento diagnóstico, pruebas de laboratorio no está eficientemente utilizado. La población no está preparada y la mejor ciudad Bogotá, no solo por ser la más grande, es la que tiene más pacientes, dificultades y defunciones.
No hay más tiempo para demorar la apertura, se pueden morir más personas por hambre que por la pandemia. Aunque el gobierno ha hecho grandes esfuerzos para disminuir el daño económico, este ya está hecho, el soporte social en un país con una alta población de bajos recursos, es insuficiente.
El Ministerio de Salud, el INVIMA, y el INAS, en conjunto con el nuevo Ministerio de la Ciencia, y las Universidades, en un mecanismo articulado, deben trabajar para la definición en nuestro país de medicamentos y/o apoyar terapias especiales, como las del plasma y sus derivados, impulsando el desarrollo de protocolos de investigación.
La utilización de la RT-PCR, para COVID.19, prueba aceptada como definitiva diagnostica en el mundo, debe hacerse con responsabilidad médica, para su solicitud, decisión y manejo, de cada caso. Su resultado debe estar en las primeras 24-48 horas después de la toma de la muestra. Prolongar sus resultados en casos urgentes, para decidir una conducta, es inaceptable, después de más de 60 días de declaración de la pandemia, cuando desde hace más de 20 años, esta prueba está establecida para diferentes agentes infecciosos. La acción de no dar una respuesta a tiempo, hace la prueba ineficiente y debe ser corregida. Su respuesta debe darse por funcionarios preparados, que tengan, el respeto y la cortesía a cualquier ciudadano.
Los casos crecen en el país, con un conflicto de guerra sin resolución, y altos índices de iniquidad, recursos de salud bastante limitados. Mientras tanto se toman decisiones de reiniciar actividades, en un país sin plena conciencia de lo que es el COVID-19, y mucho menos de resiliencia, disciplina, y solidaridad, condiciones necesarias que unidas a un consenso científico, se necesitan.
Los gobernantes tienen que ser los líderes de un proceso, en el que aglutinen y tengan a la mano las recomendaciones de los expertos, no solo a nivel nacional, para ayudarse a resolver una situación que es de todos, y todos debemos participar, buscando un camino mejor.