Luego de aprobado por el Congreso el Presupuesto General de la Nación (PGN) para el 2024, sin mayores obstáculos, en octubre 2023, se escucharon, además de la euforia del Gobierno, algunos pronunciamientos técnicos de expertos que advertían sobre la baja probabilidad de cumplirlo. No sólo por la cuantía: $502.6 billones, con un incremento del 18.9% con respecto al PGN 2023 ($422.8 billones), sino por el excesivo optimismo en los ingresos considerados.

Las alarmas sobre el deterioro fiscal del país, debido al bajo recaudo tributario real y a la posibilidad de recibir menores ingresos a los esperados al final del 2024, llevaron al Gobierno Nacional a tomar la decisión de bloquear de manera temporal algunas apropiaciones de gastos de algunas entidades estatales, estimando un recorte de $20 billones este año.

Algunos exministros de Hacienda y otros expertos académicos han considerado sensata la decisión del Gobierno -como pocas veces- pues sin dudas permitirá calmar los mercados cambiarios y de deuda, evitando un mayor impacto en la desaceleración de la Economía del país. Aunque esos mismos expertos advierten que las medidas anunciadas no serán suficientes, por la magnitud del problema, si no se implementa un agresivo plan para la reactivación económica, generando más inversión y eliminando las amenazas y los mensajes que crean incertidumbre en los sectores empresariales. Esa es la forma más efectiva de generar suficientes ingresos que le permitan el país cumplir las metas fiscales, creando oportunidades de empleo.

Esta crisis fiscal, una de las más serias de las tantas, y de todo tipo, que han ocurrido, demuestra una vez más la incompetencia del equipo de Gobierno para una gestión gubernamental apropiada. Fue evidente la falta de capacidad de planeación y visión en la elaboración del PGN para el 2024. En medio de sus enfrentamientos con el exdirector de la Dian, el ministro Bonilla manifestó que “habrá que hacer una revisión de cómo se estimaron las cifras y saber qué es lo que ha pasado realmente”. Es increíble que no lo sepan.

Según el ministro Bonilla, el Gobierno está dispuesto a poner la casa en orden en materia fiscal. Ojalá así sea. Es imperativo preservar la credibilidad del país ante las agencias calificadoras y evitar eventuales dificultades en el pago de obligaciones del Estado que lleven a un posible aumento de los indicadores de riesgo (incluido el riesgo país), o de la tasa de cambio.

Esperamos que el Gobierno Nacional haya aprendido la lección de la muy seria realidad fiscal que ha creado, originada por sus errores en la planeación de ingresos fiscales y sus excesos en el gasto público, con mucha más burocracia y más subsidios insostenibles. Si no rectifica el rumbo, y continúa con sus desaciertos, será inminente una debacle que minimizará las posibilidades de progreso y bienestar para la mayoría de los colombianos.

@AELopezP