Apesar del bajo nivel de aprobación de su gestión de gobierno, el señor Gustavo Petro, con su particular estilo, aparentemente informal pero estratégicamente premeditado, se ha empecinado en lanzar globos o ideas mediáticas, sin el riguroso análisis que se espera de un presidente; lo hace frecuentemente, cada vez que ocurren hechos que afectan la deteriorada imagen de su gobierno.
Su intención ha sido contrarrestar los efectos negativos que generan en la opinión pública las noticias muy negativas, entre ellas, para solo mencionar algunas, las relacionadas con el muy bajo crecimiento de la economía, con sus consecuentes impactos negativos para el país –generando mayor desempleo e inestabilidad fiscal–, con el creciente deterioro de la seguridad en los territorios, con los tristes avances en la destrucción del sistema de salud con su estrategia shu-shu-shu, asociada a las caídas de las EPS como fichas de dominó.
Y es que el presidente Petro sabe perfectamente que tiene la habilidad para poner a botar corriente y escribir a cántaros a la que llama la gran prensa, aun con ideas o iniciativas en ciernes, que él mismo no ha descifrado ni ha aterrizado apropiadamente. Es un fenómeno mediático que le está favoreciendo, cuando frecuentemente todos los medios de la oposición y afines, los expertos –incluidos los líderes gremiales– analistas, editorialistas y columnistas salen como una jauría a pronunciarse sobre cualquier pronunciamiento absurdo que haga.
El caso más patético es su idea de asamblea constituyente. Esa que en campaña prometió y juró que no convocaría, pero ahora mediante un confuso galimatías está impulsando por fuera del marco constitucional vigente. Son incontables las contradicciones en las que ha incurrido para denominar su iniciativa: proceso constituyente, asambleas o cabildos populares, referéndum, acuerdo nacional, etc.; siempre escudado en el “poder de su pueblo”. Extrañamente esta semana –tal vez presionado por los expresidentes– reconoció que el Congreso tendría que avalar esa convocatoria, pero si no lo hace “entonces el pueblo debería hacerlo”.
Es el mismo tono amenazante, que caracteriza su estilo, que está aplicando para presionar al Congreso para que le apruebe subir el cupo de endeudamiento, cuando dice que estaría dispuesto a hacerlo mediante la declaratoria de una emergencia económica, con lo que finalmente romperá la regla fiscal y generará más déficit fiscal al país, afectando finalmente a todos los colombianos.
Menos desgaste frente al discurso inconexo de Petro, y más atención a los problemas reales es lo que necesitamos, para asegurar que tendremos el país que queremos en el futuro.