El mundo es un proceso de evolución permanente en conocimientos, cambios, actitudes, decisiones. Todo ello teniendo como ejes al ser humano que al decir de Einstein era el motor escondido pero motivante “de toda actividad que nazca en el cerebro” Así, diariamente o por ciclos de tiempos definidos, la humanidad entrega respuestas y nosotros los seres humanos nos prestamos para su clasificación, aprobación o rechazo, numérico o estadístico, especulativo o con clasificación histórica. Estas semanas anteriores Colombia recibió dos impactantes noticias, una buena, muy buena, de carácter universal con connotaciones resultantes en nuestras vidas y otra muy mala noticia, calificada como pésima por nosotros mismos y por el mundo entero.

La primera es especialmente para los católicos que somos mayoría en el país, el aniversario número diez de la llegada de Francisco el Papa argentino al solio vaticano. Gran acontecimiento no solamente por el mismo una gran persona, un gran señor, un hombre sabio y erudito que ha transformado la Iglesia católica en su esencia misma, sino que además en forma significativamente una integración, una conjunción de fe en principios que son la estructura del mundo cristiano. Para Colombia Francisco con su devoción pendiente por nuestra patria y su visita de hace algunos años nos unió asertivamente al pontificado integrándonos vitalmente a ese rebaño que él conduce significativamente.

La mala noticia, pésima, que hemos tenido recientemente es el informe de la ONU de la confirmación de nuestro país como el mayor productor de cocaína en el mundo, con un aporte del sesenta, 60%, de la producción mundial, un 65% de la responsabilidad del tráfico ilegal de la sustancia, y una economía lastimosamente maltratada por las cifras ilegales que nos alejan de una virtualidad financiera. Así mismo, somos la nación que empata con la circulación y el tráfico de la droga maldita en muchos países del mundo, tomando como base Italia, la hermosa, la inmortal, en una Europa cada día más viciosa, a una Norteamérica con mayores consumidores cada amanecer y como otros países de América Latina y Asia donde seguimos conservando en vergonzoso título de maestros. Que lástima que sigamos sosteniendo este trofeo, que mantengamos ese liderazgo oprobioso que nos humilla mientras cobra en nuestro propio patio a diario cientos de crímenes y miles de jóvenes caminando hacia el vicio embrutecedor. Que mala noticia con estas estadísticas, pero aún más cuando pedimos, observamos, la incalificable tendencia de nuestro gobierno central en no avanzar en la erradicación de cultivos y por el contrario intentar dizque una acercamiento o negociación con los traficantes y productores de la droga para enriquecer el tema de la Paz Total. ¿No es increíble?