Las magníficas palabras del Gobernador doctor Eduardo Verano en la inauguración del Centro Gastronómico Muelle 1888 ante más de 300 asistentes, transmitió un sentimiento colectivo de orgullo y satisfacción ante la concurrencia que se une al sentir colectivo del departamento: Tenemos un lugar para mostrar y disfrutar, para ofrecer al turismo público local, que reúne las más altas calidades visuales como técnicas, comodidad, lujo sin estridencias con sensación de descanso. Todo esto afortunadamente se lo debemos a esa Inspiración del gobernador Eduardo Verano hace cerca de 8 años cuando comprendió que Puerto Colombia era el lugar indicado para lanzarla a la competencia internacional de turismo en el país.
Después de su segundo periodo como primer mandatario departamental iniciada la obra con ese distintivo imperial formidable del diseñador y arquitecto de reconocida trayectoria, José Pérez, y el impulso y refuerzo de la Gobernadora Elsa Noguera Dela Espriella fue crucial: estábamos a las puertas de ofrecer al país el mejor centro gastronómico en alguna de las múltiples playas de Colombia.
Se nos disculpará la falta de modestia pero en toda Colombia no hay una playa que tenga un lugar como el muelle 1888. No es vanidad ni petulancia pero lo merecía Puerto Colombia y ahí lo tenemos a la disposición de los visitantes y comensales que escucharon el llamado del cuerpo consular de la ciudad quien fue vital en el empuje al ofrecer el futuro centro de gastronomía de las colonias que al entrar inmigraron por el muelle a finales del siglo 19 y comienzos del 20.
El estilo antillano de la arquitectura del lugar tiene en la sencillez su máxima expresión. Porque no hay lujos excesivos ni pretensiones sofisticadas. Hay calidez, estilo, elegancia sin pretensiones vulgares. Es el sitio que Puerto Colombia necesitaba y se convierte en la visita obligada que todo turista pretende encontrar y disfrutar. Comodidad, elegancia con sencillez, una vista al mar que enternece al más escéptico de los visitantes. Por allá a la izquierda más metido en las profundidades del pedazo de muelle que subsiste lánguido como testigo de una historia que parece señalar el inicio de nuestro legado cultural se encuentra el muelle.
Ojalá, por cierto el gobierno nacional tan escéptico de todo lo que pueda progresar en la costa Caribe, ahora más que nunca, algún día puede destinar una partida presupuestal para recuperar las ruinas de ese muelle histórico que tantas páginas hermosas escribió con sus barcos apegados a sus costados trayendo la sabiduría de las lejanas tierras europeas y asiáticas.
No nos olvidemos que nuestros antepasados entraron por ese muelle y afincaron todos en el país los inicios de la historia que nos acompaña. Estas reflexiones nacen cuando pisamos el muelle 1888.