El IVA es el diminutivo del Impuesto al Valor Agregado, que casi todos los países del Mundo cobran, como un cargo tributario a la persona que adquiere un artículo, un objeto, en alguna operación o acción de comercio elemental o fabulosa por su valor o volumen. Es un impuesto incómodo porque principalmente atenta contra la vocación elemental humana, la necesidad, de satisfacer inclinaciones cotidianas para el normal vivir de las personas.

El IVA es considerado un impuesto de naturaleza indirecta, porque se paga en el momento de las transacciones comerciales; los empresarios son los intermediarios que posteriormente entregan el IVA recaudado a la DIAN, la entidad que se ocupa de administrar los tributos en Colombia.En gran parte es invertido en proyectos de bienestar social y en satisfacer las necesidades primarias de la población.

El IVA es hoy día institucional, universal prácticamente, pero sigue siendo repugnante. Porque no solamente atenta contra la libertad de escogencia del adquirente, de la persona o entidad que compra, sino que obliga con amenaza a quien lo trata de evadir

Aun así, muchos países han tratado de moderar. Inclusive rebajarlo reemplazándolo por otros gravámenes menos injuriosos. En América Latina Chile, Uruguay y algunos estados de Brasil lo han rebajado. Han logrado que el estado se convenza de que es tan injurioso obligar a pagar un gravamen sobre la necesidad, por ejemplo, para la alimentación rutinaria, que sus gobiernos y legislaciones pudieron ya rebajar este antipático impuesto. En los Estados Unidos es gradual con diferencia en los Estados que legislan lo propio y en Europa Francia casi logra eliminarlos hace pocos años.

Desde luego que estas líneas no pretenden perseguir algo instituido de lejana progresión y miles de personas podrían pensar que nuestro comentario es inverosímil o romántico sobre todo en estos momentos donde el país vive un Gobierno Nacional hambriento de exprimir al ciudadano para torcerle hasta el último centavo de su famélica cuenta de ahorro. No obstante valdría la pena que el Congreso que ha avanzado en independencia de criterio cada día más para aprobar o rechazar nuevos cambios, analizará la posibilidad de rebajar lo más que se pudiese el IVA para artículos de primera necesidad y así aliviar este costo de vida que está afectando a las clases menos favorecidas económicamente.

Esta propuesta no es una utopía ni un descaro solicitarlo, es una sugerencia respetuosa porque ese hecho de obligar a las personas a empobrecerse más cada día sin pensar en la supervivencia es ontológicamente analizado como una decisión criminal del Estado. Absurdo? ¿Ya es tarde porque forma parte de la historia de Las Naciones? ¿Qué ya las poblaciones se acostumbraron? Qué importa todo esto si se lograra aliviar las angustias?