Han pasado varios días de la marcha contra el gobierno del 21 de abril del presente año, varias firmas especializadas serias confirman que se acerca el millón de personas que salieron pacíficamente a caminar protestando contra el gobierno nacional. Equivocados o no fue en realidad muchísimo público el ordenado protagonista. Es un hecho que no sucedía de tal magnitud desde hace por lo menos cincuenta años. Por eso no se puede olvidar, ni postergar su análisis así este comentario de hoy nuestro parezca retrasado. No hay demora demandable cuando este número aproximado de personas se manifiestan y expresamente lo dicen.

Porque estas ochocientas o quinientas mil personas o casi el millón de colombianos que salieron a marchar se multiplican por dos o tres familiares y allegados, amigos o comprometidos. Quizás más personas y ese quizás puede extenderse, de modo que estaríamos comentando sobre tres o cuatro millones de colombianos de todas las regiones que están unidos, sin identificarse unos a otros.

Contra un gobierno que consideran y ya califican de equivocado. Lo más grave aún es que están identificados plenamente los síntomas de este desagrado de esta inconformidad. Se piensa y se habla con razón de un gobierno ególatra, sordo, ensimismado y obtuso, en paranoico sentido de la imitación cerrada al paradigma comunista donde el Estado es el absoluto dominador y dueño de todos los ciudadanos, de los cuales contempla la sumisión total a cambio de miseria.

Es el manido cuento viejo, desueto, inmoral de la clase dirigente así calificada porque produce y el pueblo. Como si todos no fuéramos el pueblo porque este calificativo no se mide en millones de pesos ni en alcurnias si no en pujanza laboral, producción y búsqueda de mejores niveles de vida.

El estado no puede solo con ese equipaje porque sus instrumentos son otros, impuestos, regulaciones, opresión para ordenar capitales. Esa lucha o ese enfrentamiento que en países civilizados se lleva con altura e inteligencia no podrá el gobierno nuestro implantarla aquí porque sencillamente es el ADN de todas estas repúblicas de América Latina que poco a poco van dominando la situación. Pero se necesitan siglos para la victoria.

De todos modos, las marchas del 21 de abril son una alerta inmensamente significativa. Puede llegar a ser el “No más no permitiremos más destrucción institucional” o “termine rápido su periodo porque si está pensando en quedarse gobernando a Colombia no lo vamos a permitir”. Finalmente, la marcha del primero de mayo fueron algunas copiosas, el gobierno se apoderó de sus propósitos, pero nunca fueron como las extraordinarias anteriores. El diagnóstico está realizado.