"Para la muestra un botón" dice el adagio popular... Enrique, amigo cordial de 60 años, ingeniero civil, habitante de estrato 4, nos relató hace unos días en un magnífico encuentro después de varios años que estaba desempleado hace dos años después de servir 15 en una empresa grande y seria. Consecuencias de la pandemia, por lo tanto sus hijos le improvisaron en la puerta de su casa, en el andén, un bien armado carricoche de ventas de perros calientes y con eso no solamente se ocupa sino que gana algunos pesos bienvenidos ayudado por su compañera de vida.

¿Qué es lo anterior? Apenas un reflejo de lo que llamamos actividad informal. Sí, el desempleo es mayúsculo y sigue creciendo. Igualmente, la informalidad que es el remedio más inmediato para que las personas especialmente los jóvenes, busquen un ingreso que alivie sus necesidades económicas cotidianas. El tema se ha endurecido durante este gobierno por múltiples motivos que para explicarlos detenidamente necesitaríamos tres veces el espacio de esta columna. Pero las razones globalmente hablando son las mismas: una serie de medidas arbitrarias, equivocadas, del gobierno nacional que afecta la economía, la estabilidad laboral y como es lógico la génesis de la desactivación económica actual: contracción de la inversión, menos producción y por lo tanto menor capital de trabajo.

Cuando no hay producción no existe la distribución ni la comercialización, por lo tanto, baja el consumo. Todo lo anterior disminuye la oferta laboral y son cientos las empresas grandes y pequeñas que el primer paso que adelantan es reducir costos por el lado más práctico: licenciar personas, aliviar la carga laboral.

Entonces es absolutamente obtuso e inapropiado en el momento de estar pensando el gobierno en una reforma laboral que está diseñada precisamente para aumentar el desempleo porque es elemental darse cuenta de que los empresarios grandes, medianos o pequeños lo primero que lógicamente inician es reducir costos en la eliminación de su personal. Pero este pequeño crucigrama de elemental razón no han podido entenderlo en el alto gobierno y allí están esperando en el congreso los consabidos debates de esta reforma laboral.

Si se aprueba las consecuencias las veremos pronto en las calles que es el escenario y hábitat del desempleo, de la improvisación, de las ventas de perros calientes como las de Enrique el amigo, que algo de ofrece de ingresos pero no lo suficiente que necesita un ingeniero con 15 años o más de profesionalismo exitoso. ¿Cuántos Enriques hay en la ciudad, en Colombia? no nos pongamos a contarlos apreciados lectores porque nos vamos a asustar con los resultados.