Además de otros varios artículos, columnas de opinión y comentarios bien elaborados, el pasado 30 de agosto del año 2020 el doctor Ariel Ávila hoy congresista escribió en la Revista Semana una estupenda crítica donde se preguntaba cuál era la obstrucción en el país, esa polarización, ese antagonismo, que nos impedía acercarnos y entender mediante la comprensión el pensar, el sentir de los opositores sociales y económico. Exactamente a lo que está sucediendo hoy, copia por copia, milímetro a milímetro.

Estamos frente a unas posturas rotundamente tercas. Por un lado se nota una frialdad, una soberbia inflada, un palpito en el sector privado de autosuficiencia, en donde se siente ser dueños de la verdad absoluta y el cual frente a la sindéresis, el aplomo y la transigencia bien pensada de los altos gremios, creen que tienen en sus manos la llave absoluta para saber arreglar la situación socio-económica del país. Por otro lado un gobierno nacional ciego, sordo, autista total, solo pensando es la ideología del siglo pasado, en que el populismo y progresismo estéril y egoísta retiene los secretos de la sabiduría, sin sentir el olor, palpar la angustia y ponerle el termómetro al derrumbe de los indicadores económicos que muestra que el país se está desmoronando.

Entonces estamos en polos opuestos. Unos sintiéndose depositarios de la verdad absoluta y los otros encerrados en su torre de un comunismo hirsuto, maloliente, que en ningún país del mundo en este momento triunfa gobernando. Mientras tanto sin que los gremios puedan ayudar más de lo que intentan, Colombia se hunde en la pobreza, en el desempleo, en la inflación que se disfraza cada día más, en los crímenes y la sangre por miles a diario y en esa estúpida fotografía del gobierno nacional cada día dándole más y más legitimidad a los bandidos, mas vocería, más potencia, que ya les permite criticar desde todos los ángulos las decisiones de las autoridades, violar la Constitución, sentar cátedras, decidir opciones sociales, ordenar cuando se puede y cuando no construir la paz estableciendo la Ley. Estamos a merced de una autoridad que el mismo gobierno ha clasificado como legal para que los insurrectos y bandoleros ordenen, disponga, decidan, autorregulen todas las actividades de los colombianos, sus centros de producción, sus instituciones, su estructura legal.

La cátedra permanente del delito se impone cada día más y ¿entonces qué hacemos? ¿Por qué no nos sentamos y cedemos un poco de parte y parte e iniciamos un diálogo?

¿Es tan imposible?