Con mucho entusiasmo y en veces con sospechosa efusividad las grandes cadenas de almacenes y supermercados de alimentos anunciaron hace unas semanas que iniciaban un sendero de rebajar poco a poco los precios de puntualmente determinados alimentos que ya hacen imposible el sustento de millones de familias, que a diario, se ven en serias dificultades para alimentarse tres veces al día. Mentiras. No todas las cadenas que anunciaron la decisión la han cumplido. Lo hicieron para no quedar mal, para no perder clientela, para utilizar el engaño y esa publicidad disfrazada que ya conocemos que filtran ausencia de veracidad con múltiples plataformas de excusas. Pero que sustancialmente les permite seguir cobrando lo mismo de antes.

Tenemos, como miles de personas, pruebas fehacientes de lo que estamos aquí sosteniendo. Entre las siete grandes cadenas que hicieron pomposos anuncios hay dos que si lo vienen cumpliendo y vamos a decirlo en público orgullosamente costeños: entre las dos mencionadas la cadena Olímpica. Pero el resto no lo está cumpliendo. Señores: sean serios. Al público no se le puede engañar y menos en un tema tan delicado como el alimento de millones de seres humanos cuyos bolsillos llegaron en esta inflación a los límites de la desesperación. Por ello le preguntamos al gobierno exigiendo una respuesta coherente: ¿Ustedes que piensan hacer? ¿Qué medidas van a tomar? Cínicamente un alto funcionario del Ministerio de Hacienda comentó al respecto: Es que esa decisión de las cadenas grandes de rebajar precios fue una voluntaria actitud, espontánea, no una instrucción del gobierno. Sí, hay cinismo y es una forma esta respuesta de lavarse las manos y demostrar que el gobierno nacional no ha intervenido ni piensa hacerlo en el control de los precios domésticos.

Para decirlo en otra forma estamos en manos de los especuladores que lanzaron una publicidad falsa y atribuyen esta ola alcista a la inflación mundial, la carestía de las importaciones, la variabilidad del dólar, el invierno y sus tragedias o el verano y sus sequias, en fin una serie de excusas identificadas para atrapar incautos pero no para contribuir a una mejoría socio – económica del pueblo en general. Entre otras cosas en el fondo se vislumbra que esos mentirosos son dominados más por el afán de lucro en vez de entender elementalmente que mientras más asequibles sus precios mayores ventas y obviamente mayor rentabilidad. ¿Dónde están los asesores de mercado de las tiendas mentirosas?.