El significado más acertado puede decirse de su aparición de pronto, sin avisar, cuando no hay manera de prepararse para recibir lo que lo que llega.

La historia humana está llena en cada quien, de estos fenómenos que por lo general aparecen a diario muchas veces, desde lo más elemental hasta lo más grave. La historia social, colectiva, en una palabra la historia del mundo también congrega miles de instituciones en donde el imprevisto ha cambiado costumbres, tranquilidad, economías, culturas. En el mismo circuito de las ciencias, de la tecnología a menudo se ven estos fenómenos. O una mezcla de ellos, así como lo enseñen los textos cuando un fenómeno natural del sentido de la gravedad hizo que Newton crearon su famosa Teoría física.

Las epidemias son parte de estos capítulos ciegos de la tierra. Hoy día lo estamos experimentando las generaciones que nos ha tocado enfrentar el COVID -19. Otras edades atrás también lo experimentaron cuando la fiebre amarilla, o el Ébola o la peste negra. Son ciclos que por venir de las inescrutables selvas de las bacterias y microbios nunca serán vencidas y siempre te agarran de sorpresa. En esta ocasión llegó al mundo casi clandestinamente, diríamos que con algo de pudor en su manifestación, como si el microbio no quisiera hacerse conocer tan de repente, pero llegó y arrasó el mundo, llegó y se llevó por delante todo lo previsibles, por ello causa asombro de concluir que en pleno siglo XXI con los adelantos científicos y tecnológicos que tenemos, la humanidad no hubiese estado preparada para una embestida tan brutal como la que estamos viviendo.

Embestida que no ha perdonado jerarquías, ni países tan adelantados en ciencia como Estados Unidos han podido hacerle frente con éxito a este atacante tan poderoso y sobre todo sinuoso. De allí que no valga el ejercicio de echarle la culpa a los demás. Colombia tampoco estaba preparada, no estaba preparado nadie, nos creíamos invulnerables, arrogantes, engreídos, suponiendo que como vamos a ir a la luna antes de 10 años a pasar vacaciones ya podíamos dominar al más peligroso de los enemigos. El escenario fue aquí y allá, en todas partes: Improvisar. Palabra que vulgarmente interpretada significa que tuvimos que salir a correr, a prepararnos sobre la marcha, a inventar por aquí y por allá como a sacar de la lámpara de Aladino las máquinas, los sistemas y lo medicamentos, que se llaman las vacunas y que llegan o no llegan entre las súplicas de 7000 millones de personas que aprendieron la semántica de la palabra improvisación. Todo el mundo hoy día, a todo momento, en todas las instancias, mapa, escenas y experiencias viven de la improvisación. Adivinando por donde el camino sigue, cuál es el mejor de todos los más acertados. Se está solucionando un problema aprendiendo del mismo. Saldremos adelante pero desde ya se desprende la máxima lección: Estemos siempre preparados para las sorpresas que nunca sabremos de qué color son.