En la antigüedad, desde que se construyera el anfiteatro Flavio, que después en Roma se convirtió en El Coliseo, desde antes igualmente con los griegos que idearon, concibieron, formaron y desarrollaran las primeras Olimpiadas, en el Asia donde los corajudos de ojos rasgados empezaron a batir los récord en todas las marcas, en fin, desde que el mundo entró en una era de civilización muy precaria entonces comparada con el concepto de hoy pero muy avanzada para su época, desde entonces decimos, la juventud de todos los pueblos ha sido estimulada para su desarrollo mental y físico a través del deporte. Una gran variedad de deportes. Unos individuales, en equipos, de colectividad homogénea, por edades, destrezas, niveles de competencias, especialidades bien definidas.
Colombia, nos duele decirlo, siempre practicó deportes en décadas anteriores pero a un nivel competitivamente mediocre. Hubo disciplinas en las cuales obtuvimos premios paro más se debían a la gran suficiencia de los participantes que a una política del Estado que consagrara recursos, esfuerzos y dedicación total al estímulo y los resultados deportivos. Casos como cualquier triunfo en el exterior de nuestro fútbol o béisbol, individualmente de algún Cochise Rodríguez, de un Pambelé, Montoya, para solo citar muy pocos casos, eran el frutos de un esfuerzo individual en gran parte. Hoy día la sola creación del nuevo Ministerio del Deporte es otro panorama; nuestra selección de fútbol ya no es una extraña aparecida en los campeonatos; Cabal y Farah no son un caso aislado; Bernal, como lo acabamos ver antecedido por Quintana, es otra muestra de excelencia; Urshela alcanza las estrellas. Y así podríamos en cada deporte ir enumerando jóvenes destacados, el semillero de béisbol que ya entró a Grandes Ligas, los pesistas, Ibargüen. En Judo, en atletismo, en golf, en básquet, en fin ya no somos unos extraños en el firmamento deportivo mundial.
Pero nos desilusiona que para el presupuesto de la nación en el año 2020 solo se asignó un aumento del 10% al rubro del deporte. Es cierto que los gobiernos de los últimos veinte años por lo menos se afanaron por inyectarle recursos al deporte. A ese esfuerzo se deben en gran parte los resultados; por el otro lado están la capacidad y preparación de los deportistas, pero hoy día ante la realidad sociológica del país, el avance del consumo de droga, la corrupción como una secuela de la desocupación, el vandalismo, ausencia de asistencia a escuelas, todo ello es un insumo alimenticio para alejar a la juventud de una vida sana.
En cambio todos los esfuerzos en recursos económicos, en capacitación de profesores, en ambientes y entidades de dirección y entrenamiento que haga el gobierno a nivel nacional, departamental y municipal, además del que ya vienen realizando, siempre será bienvenido porque el deporte en la juventud bien orientado, organizado y dirigido, no solamente trae muchas medallas y trofeos sino una juventud más sana, más alejada de los vicios y la vagancia, más cercana al estudio, a la responsabilidad, al cumplimiento de los deberes y obligaciones, a contribuir a hacer una sociedad más igualitaria, solidaria y disciplinada.